El entusiasmo, con el cual asumieron los partidos perdedores de las elecciones de mayo pasado para formar un bloque opositor, llegó a su fin con las lluvias del Cibao y las brisas navideñas que han refrescado la temperatura.
Y es que es ese amalgama de intereses políticos tan disímiles no podía cuajar por lo variado de sus estrategias y planes. Y esto ya fuera de continuar incordiando al gobierno del PLD o buscar un bajadero para hacerse parte del equipo gubernamental que ya lleva desde el 2004 saboreando las mieles del poder.
Además, los integrantes el bloque opositor vieron de cómo el disminuido PRD se arrimó a la sombra del poder morado para obtener una serie de prebendas en el desempeño de posiciones importantes. Esto le ha permitido ir colocando sus piezas más plañideras y necesitadas de oxígeno fresco que no les llegaba desde hacía años.
Como salida a su derrota electoral, el bloque opositor impactó al país de cómo tantas cabezas, que cada una es un mundo, se unirían. Desde la extrema derecha hasta los radicales de izquierda que odian el capitalismo pero disfrutan de la buena vida, se juntaron para formar un sólido valladar para oponerse a las bellaquerías peledeístas. La oposición unida pretendía que el gobierno probara un trago amargo de críticas furibundas que serían del gusto de la opinión pública. Y así lograrían el apoyo nacional para vencer a un gobierno casi invencible muy egocéntrico y altanero y que no le hace caso a quienes los critican.
Los componentes del bloque opositor a cada momento sacaban a relucir sus egos. Y si los dejaban, como siempre ha ocurrido, enturbiaban sus planes de hacerle la vida imposible al PLD. Por eso la opinión pública perdió interés en sus aburridas ruedas de prensa que al principio le daban primera plana. Ahora lo encierran en un recuadro de una página interior y hasta cerca de las esquelas mortuorias.
La oposición política está sin rumbo y sumergida en un lodazal que le impide moverse para tomar aire y reencauzar sus estrategias que, como bloque, no les funcionó. Y eso que todavía no ha llegado la hora de definir candidaturas. Imaginémonos si el bloque hubiese llegado activo al momento de elegir candidatos para las elecciones del 2020 el lío que se hubiese formado que hasta el pleito de los pastores hubiese sido una inocentada de niños.
El país aspira que su oposición sea fuerte y creíble para hacerle frente a la poderosa maquinaria que ha conformado el PLD desde el 2004. Es la única forma de que la democracia sea una realidad para que funcione con iguales oportunidades para todos. Tal cosa hubiese sido la base de una transformación para cambiar una línea de conducta, que por tanto tiempo, ha dejado la marca de la corrupción en muchas áreas, pese a los esfuerzos del jefe de Estado para adecentar su gestión. Esos esfuerzos chocan con la ceguera de los políticos, que por sus desmedidas ambiciones, buscan la forma de beneficiarse de las posiciones. Ahora utilizan alternativas más novedosas para el engaño burocrático. El desastre de las lluvias en el norte les abre una oportunidad de hacer sus bellaquerías contractuales.
Los políticos de la oposición no pueden quejarse de su mala suerte. Y de su pérdida de apoyo popular. Ellos mismos han incubado cada uno de sus desaciertos y derrotas por sus errores que los tienen metidos hasta el tuétano. Se creen que sus líneas de conducta política son las más correctas. Por eso entre bastidores consideran a sus socios de la aventura del bloque están equivocados.
En el bloque opositor la división estaba latente entre ellos y cualquier acción tomada como grupo estaba lastrada de antemano por la reticencia de no suministrar el apoyo militante requerido para convencer al país que habían dejado a un lado sus egolatrías y personalidades conflictivas. Ellos no buscaban lo mejor para el país, era tan solo para satisfacer sus ambiciones.
Y a la hora de hacerle frente al PLD, los socios del bloque opositor, consideraban que la razón estaba de su lado y no en la de sus socios de aventura. Y que no tienen fortaleza política para hacerle frente a una maquinaria partidista que cada vez es más poderosa, pese al germen de la división interna en los principales liderazgos que ya tiene un largo proceso de incubación dentro del PLD.