Mark Gilbert
El primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, dijo la semana pasada que el Reino Unido tiene que estar “casado o divorciado, pero no algo intermedio. No estamos en Facebook con una situación sentimental de ‘es complicado’”. He aquí que podría estar equivocado.
Luego de la decisión del referéndum de abandonar la Unión Europea, millones de británicos se están enterando de que la vida no viene con la función de “deshacer”. Si bien todos los candidatos al liderazgo del Partido Conservador se hicieron eco de la declaración de Theresa May de que “Brexit significa Brexit”, el Gobierno británico se niega a firmar los papeles de divorcio, lo que deja al próximo Gobierno un buen margen de maniobra.
Los políticos británicos quieren cada uno una cosa distinta. El secretario de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, propugna por una “discusión informal” sobre los términos de la separación antes de que el Gobierno invoque el Artículo 50, el mecanismo para dejar el bloque. Antes de abandonar la competencia por la conducción del Partido Conservador, Boris Johnson parecía insinuar que el país podía quedarse en el mercado único y aun así restringir la libertad de movimiento.
La candidata tory a la que apoya, Andrea Leadsom, dice querer un divorcio rápido y que invocará el Artículo 50 tan pronto como sea primera ministra. May, la principal candidata a ocupar el puesto de primer ministro británico, ha descartado hacerlo antes de fin de año.
Los líderes de la UE trataron de mostrarse unidos pero son cualquier cosa menos eso. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, repitió el martes que no habrá ninguna conversación hasta que el Reino Unido inicie el proceso formal de notificación, y agregó que “el acceso al mercado único significa aceptar las cuatro libertades. No hay mercado único a la carta”.
Pero la opinión francesa parece ser “cuanto antes mejor”. Como dijo Alain Juppé, exprimer ministro y puntero para las elecciones presidenciales del año que viene: “Cuando uno se divorcia, no se queda en la misma casa. No es una cuestión de días pero tiene que ser rápido”.
Las normas de la UE especifican un período de negociación de dos años después de invocarse el Artículo 50, pero no fijan un programa que pueda imponerse a un miembro que se separa. Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, espera que los abogados de la Unión Europea encuentren la manera de acelerar la activación del Artículo 50.
Sin una constitución escrita, el hecho de que el Reino Unido respete o no la votación del 23 de junio y cómo lo haga es una cuestión de opinión y no de derecho.
La situación es distinta a la del referéndum de 2011 para cambiar el sistema de votación británico, en el cual había un disparador legal que exigía al Parlamento actuar de acuerdo con el resultado. Mishcon de Reya, uno de los estudios de abogados más importantes de Londres, dijo esta semana que un grupo de clientes no identificados iniciarán acciones legales a menos que el Parlamento vote por ratificar el resultado del referéndum antes de que entre en vigencia el Artículo 50.