El comportamiento totalitarista de los diputados

El comportamiento totalitarista de los diputados

Para reflexionar estas ideas me tengo que apoyar en el estudio Psicosocial de la conducta humana y en el libro: El origen del totalitarismo de Hannah Arendt, que describen radiográficamente la estructura totalitaria. Algo pasa en la Psiquis de un hombre o de un grupo social cuando se pierde la prudencia y el tacto para ponerse límites o entender que no “todo es posible”. Al menos, así lo deja expresado Baltasar Gracián en su obra el Arte de la Prudencia.

Los totalitaristas no guardan las formas, ni saben cuándo parar o discriminar una conducta, y mucho menos, reconocer que existen límites, ya sea por la ética, las formas, las normas, o por el daño y la consecuencia negativa de un aprendizaje que termina siendo patológico. El totalitarismo es un régimen de poder que se basa en la creencia fundamentalmente que “todo es posible”. Y para ello se crean leyes, artículos, resoluciones y reglamentaciones, donde le imponen a los demás, su espíritu permisivo, su clientelismo, su asistencialismo y paternalismo para crearle una identidad parasitaria y dependiente del poder y del altruismo apostolar de un hombre que las circunstancias le ha inflado el “ego” y va perdiendo la capacidad de administrase.

Si seguimos fenomenológicamente la práctica y conducta de los diputados en comunidades pobres, son los sustitutos de un Estado o poder para suplir necesidades: Poseen ambulancia, camión cisternas, suplen medicamentos, donan becas, consiguen empleo, planta eléctrica, bomba para expulsar agua ect. Como pueden Imaginarse, se establece una relación de co-dependencia, de cultura de favor, y una conducta reforzada en ambas direcciones: Uno que al dar se cree necesario, y otro que al recibir o esperar mutila su libertad, su dignidad y sus valores. Hannah, refiere: el totalitarismo crea una distancia entre el poder y la dignidad, desconoce los límites, las causas y consecuencias; Pero también, la normalidad, la legitimidad y la prudencia.

En la Cámara de Diputados han admitido públicamente, sin pedir perdón, aprobar leyes sin leer, le han puesto un cubo a sus propios compañeros cambiando los papeles; han suspendido el sistema eléctrico para sabotear un proceso. “El todo es posible” se ha practicado como un comportamiento normal del espíritu de un diputado. Ahora, ese “todo es posible” no solo se pone en práctica en tiempo de Navidad con canasta o en los Reyes y sus regalos para los niños pobres, o el Día de las Madres, de la Secretaria; Ahora han aceptado entregar las habichuelas con dulce, el botiquín, piscinas para la Semana Santa. Literalmente, es una expresión totalitaria del que usa el dinero público de los ciudadanos; sin ninguna producencia, sin límites y sin resaca moral, debido a que ejercen la política en un país sin consecuencia, sin capacidad de asombro y sin miedo a la historia. Ese totalitarismo, de forma muy particular se dejó expresando en relación sentimental con una menor, o un compromiso económico de una práctica ilegítima, y vivirlo como algo normal, propio de la cultura de la patrifocalidad. Sin darse cuenta, esos hábitos reforzados de las relaciones establecidas en esperar el beneficio, la devuelta, y al mismo tiempo, asignar quién tiene oportunidad y quién no, crea una identidad totalitaria.

La conducta totalitaria del jefe Trujillo le asignaba a Juan Bosch en 1938 un cargo de diputado; algo que Bosch no aceptó diciéndole que ningún hombre lo ponía en un puesto sin ganárselo y sin el pueblo elegirlo. Lo mismo hizo Juan Pablo Duarte que se negó dos veces a ser presidente por el dedo de una Junta Gobernativa. Sencillamente, los que practican el “todo es posible” no se dan cuenta que refuerzan la práctica autoritaria y le niegan a los personas y los pueblos el espíritu de independencia y de libertad.

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