Un concurso de arte, al celebrarse más de una vez, suele convocarse periódicamente y ser un lugar de confrontación fructífera en el campo de las artes visuales.
Participar en un concurso es coyuntura, convivencia, etapa para quien practica el arte: tiene un objetivo de afirmación y calificación que varía según los certámenes y participantes.
En el caso de aficionados, ofrece la oportunidad de revelar un talento y concretar una afinidad artística, aunque los autores se dediquen profesionalmente a otras actividades.
Así sucede en el Banco Central de la República Dominicana. Desde su edificio, obra cumbre de Rafael Calventi y de la arquitectura dominicana, es símbolo de gran arte. Luego, la Pinacoteca y una colección de pinturas acompañan a quienes trabajan en las oficinas y brindan una contemplación diaria en diferentes áreas -donde también hay esculturas-. El Banco Central favorece en los miembros de su personal el amor al arte, lo hace sentir una necesidad, un placer y un orgullo compartidos.
Este aliento alcanza su punto culminante en el Concurso Anual de Arte y Literatura, organizado con una atención esmerada y permanente del dinámico Departamento Cultural. Por cierto, que el Banco Central de la República Dominicana tenga un departamento especializado, polifacético en actividades, y que su director, José Alcántara Almánzar, sobresalga en las letras y las humanidades, es un rasgo singular y privilegiado.
Entre convicciones y objetivos prioritarios figuran la publicación estelar de obras literarias, la difusión y el desarrollo culturales, con el requisito de que las iniciativas estén enfocadas en un contexto creativo dominicano.
No hay mejor expresión de esta convicción institucional que el concurso periódico interno. Incentiva el aprecio de los valores estéticos y espirituales entre los miembros del personal, en un sentido amplio que incluye las expresiones visuales y literarias, aparte de la investigación en economía que, como ciencia humana, pertenece al Banco Central.
Veintiún Concursos internos. El Concurso Anual de Arte y Literatura, celebrado simultáneamente para ambas disciplinas, se estableció en 1995 y perduró hasta el año 2003. El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, alta personalidad y pilar de la economía dominicana, que paralelamente profesa una extrema sensibilidad por los asuntos de arte y cultura, lo reanudó en 2005, para el agrado de todos. Luego, esta encomiable manifestación de habilidades “bancentralianas” ha mantenido su vigencia. ¡Son veintiún años de orgullo y satisfacción!
Pueden concursar en igualdad de condiciones, funcionarios y empleados activos, cual sea su trabajo y puesto, y también los pensionados –o personal pasivo– están admitidos a concursar con idénticas oportunidades. Disponiendo de más tiempo, ellos aprovechan cursos y talleres, hasta se lanzan a una nueva carrera, ¡de arte entonces!
Una historia. Hace ya muchísimo tiempo que literatura y artes visuales andan hermanadas, que las especialidades tradicionales de la creación coexisten, compartiendo hasta sus espacios: el Concurso Anual de Arte y Literatura del Banco Central pertenece a esta corriente. Además, una terminología frecuente califica la literatura como un arte, mientras en las artes visuales suelen referirse a una obra como discurso y escritura…
Desde que se creó el concurso, el cuento ha mantenido su hegemonía en literatura. Acompañado por la poesía, esa pronto perdió atractivo y calidad, hasta quedar desierta. Finalmente, la narrativa se quedó sola y ha seguido vigorosa, reflejando una plenitud nacional.
En arte –comentaremos más esta parte del concurso– también hubo una variación en las categorías establecidas, pero, desde la primera edición hasta hoy, las propuestas visuales se mantuvieron entre dos o tres diferentes opciones.
Cuando el concurso empezó, las categorías a elegir eran Pintura o Escultura, pero esa última nunca estuvo muy concurrida y su calidad era pobre. La mantuvieron hasta el año 2000.
La pintura continúa, señalando un avance alentador. Ahora bien, hoy comparten oportunidades el dibujo –en ascenso–, y la fotografía, ¡de participación entusiasta!
El concurso 2018. La vertiente literaria del concurso demuestra que pueden coexistir afición y talento. El cuento siempre conquista a numerosos adeptos y demostró muy buen nivel en 2018.
El Concurso de Arte –de particular interés para nosotros– este año ha causado una verdadera satisfacción respecto a técnica y limpidez de ejecución, a minuciosidad en la representación real-imaginaria.
En Pintura, la visión realista, con leves toques de impresionismo y romanticismo, continúa dominando. Esta prudencia en el estilo es la expresión correcta entre quienes no se dedican al arte permanentemente.
Hubo, pues, unidad cualitativa. Observamos un bodegón sumamente atractivo por su originalidad y composición, una representación de la figura humana en progreso –segura, estudiada y pulcra–, así mismo, los paisajes despliegan agradablemente sus tonalidades de verde.
El tratamiento del color afirma el conocimiento de armonías y contrastes, luces y sombras, y estas virtudes se repiten en la categoría del Dibujo, sobre todo en una acuarela intensamente comunicativa, y en una síntesis abstracto-figurativa de blanco y negro contrastados.
La Fotografía es categoría mayoritaria, con decenas de imágenes que corresponden a un apasionamiento digital, universalmente compartido… El ojo de los fotógrafos se ha ejercitado, cuidando el encuadre y la composición.
Supieron convertir una vista en diseño espacial y comunicaron ritmo, definición, sensibilidad, entre fotos de gente y espectáculos naturales.
La mayoría de las imágenes demuestra una auto-selección, con una verdadera reflexión visual y convicción fotográfica. ¡El Concurso de Arte del Banco Central se adhiere al auge triunfal de la fotografía!
Este esperado certamen ha seguido aportando sus frutos. ¡Cuando se quiere, la cultura y el arte pueden tener su sitial en las instituciones, cuales sean sus funciones y sus fines esenciales!