Estamos frente a una nueva fase de la confrontación comercial que se viene produciendo entre Estados Unidos y China. La semana pasada, el presidente Trump decidió subir los aranceles a productos procedentes de China de 10% a 25%,por valor de 200 mil millones de dólares. China, por su parte, respondió esta semana anunciando que impondrá aranceles a bienes procedentes de Estados Unidos, a partir del 1 de junio, por valor de 65 mil millones de dólares. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) estiman que este conflicto pudiera conducir a la economía global a una recesión.
Según el FMI, la decisión bilateral de subir los aranceles a 25% reducirá las exportaciones chinas a Estados Unidos en un 25% y las de Estados Unidos a China caerán un 36%. También se prevé una reducción del PIB de Estados Unidos de 0.6% y de 1.5% para China. O sea, este enfrentamiento producirá pérdidas a ambos países.
Cabe hacer la siguiente pregunta: ¿qué es lo que está detrás de este enfrentamiento? Para responderla, debemos indicar que con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos se puso en marcha una estrategia orientada a reducir el abultado déficit comercial de ese país con el mundo y, de manera especial, con China. En 2017, Estados Unidos acumuló un déficit comercial de bienes y servicios con el mundo de más de 552 mil millones de dólares, pero en 2018 se incrementó a más de 662 mil millones de dólares (una magnitud que es casi 8 veces el PIB de República Dominicana). Con China, el déficit comercial de bienes fue mayor de 375 mil millones de dólares en 2017 y algo mas de 419 mil millones de dólares en 2018. El plan de Trump es reducir el déficit comercial con China a 200 mil millones de dólares para el final de su mandato.
Para entender lo que pasa, conviene señalar que a partir de 1971 se produjo un cambio muy importante en la economía mundial. Estados Unidos, que hasta 1970 había tenido superávit comercial, pasó a operar con déficit comercial en 1971, situación que se ha mantenido hasta el día de hoy. Esto ha sido el resultado de una nueva división internacional del trabajo, originada en la deslocalización de la producción de los países desarrollados hacia los países en vía de desarrollo, destacándose el traslado de producción que se realizaba en Estados Unidos hacia los países asiáticos, especialmente a China. Un buen ejemplo de esto lo constituye la empresa Apple que tiene la mayoría de sus cadenas de montaje de los celulares iPhones en China. El objetivo consistía en reducir costos y obtener mayores beneficios.
Esa nueva división internacional de trabajo es la que explica los déficits comerciales norteamericanos. Y es a eso que pretende hacer frente la política de Trump, poniendo en marcha medidas que van desde la suspensión o renegociación de acuerdos regionales y transnacionales con criticas a los acuerdos de libre comercio, la elevación de aranceles y el otorgamiento de incentivos a los capitales norteamericanos para que se vuelvan a localizar en los Estados Unidos.
Los resultados están por verse. En el primer trimestre de este año, el déficit comercial con China sigue alto (casi 80 mil millones de dólares). Lo único que ha logrado la estrategia de Trump es generar mucha tensión en la economía mundial.