El contraefecto de las películas sobre el holocausto y la solidaridad de los cineastas israelitas con los libaneses y palestinos

El contraefecto de las películas sobre el holocausto y la solidaridad de los cineastas israelitas con los libaneses y palestinos

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
MANIFIESTO DE LOS CINEASTAS ISRAELITAS EN LA BIENAL DEL CINE ARABE EN PARÍS

“Nos oponemos firmemente a la cruel brutalidad de la política israelí”
NOTA DE INTRODUCCION.
El manifiesto que a continuación se leerá, pertenece a una reacción de conciencia y solidaridad de los cineastas , hombres y mujeres, israelíes en defensa de sus colegas palestinos y libaneses.

El texto revela bastante hasta dónde el efecto de lo que está sucediendo, puede llegar  en los sectores intelectuales de aquella nación. No creo que haya que agregar más a este documento, que en cierta medida, quien esta nota escribe comparte plenamente.(Cfe)

Carta enviada por 40 realizadores/as israelitas a sus colegas libaneses y palestinos en ocasión de la “Bienal del Cine Árabe” de París.

Saludamos a los cineastas árabes reunidos en París para la Bienal del Cine Árabe. A través de vosotros, deseamos enviar un mensaje de vecindad y solidaridad a nuestros colegas libaneses y palestinos que actualmente son asediados y bombardeados por el ejército de nuestro país.

Nos oponemos firmemente a la cruel brutalidad de la política israelí, que ha tocado un nueva cima esta semana. Nada puede justificar la ocupación, el cierre y la opresión de Palestina. Nada puede justificar el bombardeo de civiles y la destrucción de las infraestructuras del Líbano y Gaza.

Permitirnos mandarnos vuestras películas, que intentaremos ver y hacerlas circular entre nosotros, extremadamente importantes para nuestros ojos. Consentirnos, conoceros y comprenderos mejor. Gracias a estas películas, los hombres y las mujeres, los niños que sufren en Gaza, Beirut y donde quiera que nuestras tropas ejercen su violencia, tienen nombre. Queremos agradeceros y solicitaros que continuéis vuestro trabajo, a pesar de las dificultades.

Por nuestra parte continuaremos diciendo en voz alta, a través de nuestras películas y de las acciones personales de cada uno de nosotros, nuestra vehemente oposición a la ocupación y continuaremos expresando nuestro deseo de libertad y justicia para todos los pueblos de la región.

Nurith Aviv, Ilil Alexander, Adi Arbel, Yael Bartana, Philippe Belliche, Simona Bitton, Michael Bogamin, Amit Breut, Shai Carmeli-Pollack, Sami Chetrit, Danae Elon, Anat Even, Jack Faber, Avner Fainguelernt, Ari Folman, Gali Gold, BZ Goldberg, Sharon Hamou, Amir Harel, Abraham Heffner, Rachel Leah, Dalia Kerpel, Avi Klienberger, Leonor Kowarsky, Edna Kowarsky, Philippa Kowarsky, Ram Loevi, Avi Mograbi, Jud Neeman, David Ofek, Iris Rubin, Abraham Segal, Nurith Shareth, Julie Shlez, Eyal Sivan Yael Shavit, Eran Torbiner, Osnat Trabelsi, Eran Torbiner, Osnar Trabelsi, Daniel Waxman, Karen Yedaya.París 28 de julio 2006

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El cine del holocausto, la emotividad y las comparaciones

Hace muchos años la imagen repetida del pueblo judío en los campos de concentración es una imagen que todos alguna vez hemos visto, esas imágenes dan cuenta del sufrimiento y el dolor de ese pueblo.

Esa imagen repetida, todos la conocemos, esa es la  peor, porque nos muestra esa barbarie que el poder produce, como bestia interior en nosotros, seres humanos.

Esa imagen ha violado las noches de nuestros hogares, se acomoda en cualquier momento, no avisa, se nos ha estampado en la retina de modo irrenunciable.

Insisto: una imagen repetida del siglo pasado, esa, nos persigue, nos denuncia, cada vez que la vemos, nos aterroriza, porque nos insiste en la necesidad de no perder la memoria larga, nunca, nunca.

 Desde 1945, luego de la liberación de la Segunda Guerra Mundial, los países aliados se han dedicado a dar su versión sobre los acontecimientos de la misma, Alemania se ha limitado de modo tímido a realizar documentales, no hay que olvidar que en Alemania el periodo histórico 1933-1945, fue hasta no hace mucho tiempo un periodo tabú entre ciertas capas de intelectuales, han sido a lo largo del tiempo, la gente de cine los que se han atrevido  a intentar proposiciones  fílmicas analizando ese parte maldita de la historia del pueblo alemán.

Hollywood, influenciado en cierta manera por una notable migración judía emprendedora, ha hecho desde 1945 hasta la fecha del tema del holocausto judío un tema recurrente, constante e interesado.

La temática del sufrimiento judío en la Guerra Mundial ha sido el tema de inumerables seriales televisivos, de películas y especialmente de obras de teatro, no es casual que Broadway tenga en su gran mayoría una refinada clase intelectual judía cuya vocación y talento por la dramaturgia nadie puede negar ni ignorar: ellos hicieron Broadway.

 Vivimos el año 2006, situarnos un poco nos ayudaría a entender esta reflexión.

Si bien es cierto que existe una fascista corriente histórica actual que pretende crear ciertas falacias y teorías falsas sobre la no existencia del Holocausto, no es menos cierto el hecho de que ese antisemitismo debe ser mirado con lupa, porque pretende de modo injusto hoy  afirmar que nada de lo que se sabe con dolorosos testimonios, existió. Decir hoy a la humanidad actual que la llamada solución final no existió como proyecto de exterminio de los judíos que quedaban en los campos de concentración hitlerianos, creo que es mentir y pretender destruir una verdad histórica cuyo peor testimonio es la seña que muchos seres humanos, hombres y mujeres, tienen tatuados en sus cuerpos, como una terrible huella indeleble de ignominia y cobardía.

Decir a la humanidad de hoy que en los campos de concentración del régimen nacional socialista, no se experimetaba con seres humanos indefensos, pretender negar estos hechos es sencillamente un bochorno lamentable. En otras palabras:

La tesis del remanente teórico del fascismo en estos días es alarmante y toma cuerpo justo en Europa, donde los grupos pasivos neonazis ganan un terreno legal que hace peligrar a largo plazo, la ideología democrática comunitaria, impulsada como un modelo transpaís.

Al explicar todo esto, dejo muy claro que no tengo vocación alguna antisemítica y que en más de una ocasión (apasionado del tema cine y fascismo), muchas de estas películas sobre el Holocausto Judío me han  hecho verter, de  repente, lágrimas conmovedoras y sinceras.

Por estas razones quiero hoy hacer esta reflexión: esa misma sensibilidad hoy la aplico a otros sucesos que acontecen en el Lìbano, a la matanza civil que veo, a la muerte de niños inocentes y la maldita indiferencia de  una Comunidad Internacional sin capacidad de maniobra y atada de  brazos ante lo que es más que una guerra, una masacre por la ley de la fuerza y el apoyo imperial, de otro modo no se puede escribir.

La sensbilidad es una sola y reacciona, nunca he estado de acuerdo con las locuras de  los llamados Locos de Dios ( Hezbolá ) que ha costado muchas vidas inocentes también.

 El drama de estos acontecimientos vistos en la televisión una y mil veces, como imágenes que se te quedan en la piel,  provocan niveles de impotencia terribles, no importa que la distancia nos separe geográficamente: el realismo sangriento del noticiero televisivo nos sacude de la concha de nuestras vidas cotidianas y no podemos sustraernos a esa preocupación silente, cuando esas imágenes tan nítidas, pretenden señalarnos que ellas están más cerca de nosotros que lo que suponemos…

 Me he preguntado: ¿Después de ver todo lo que veo en el Lìbano ahora, podré mirar con la misma sensibilidad las películas del Holocausto judío?

Debo confesar que el respeto y el recogimiento por las mismas, será el mismo de siempre, tampoco me dejaré llevar por las famosas tesis fascistoides que pretenden negar, en favor de Hitler y su proyecto siempre, que el Holocausto existió, creo que de parte de quienes lo hacen es una terrible falsedad histórica y una gran mezquindad, por decir, de plano, que son fascistas encubiertos con una teoría miserable.

 Pero al tenor de los hechos actuales, lo que he reflexionado de modo tranquilo y moderado, es que cuando vuelva a ver ese sufrimiento neto del pueblo judío en los campos de concentración, aquella desnudez y tristeza en los párpados, el rostro famélico implorando ayuda y consuelo, cuando vuelva a ver todo eso, me resultaría imposible no pensar en el Lìbano de hoy y en esos niños que no me dejan dormir, a veces, cuando prendo la televisión antes de dormirme definitivamente.

Y pienso que la imagen de Israel, para los que siempre hemos tenido una gran respeto por esa naciòn, sus mujeres y sus hombres, va quedando triste y desinflada: porque lo que vemos de mano de su ejército es la barbarie, esa misma barbarie que hemos lamentado  cuando la ha sufrido el pueblo judío en la memoria televisiva, en ese recodo eterno de pantalla, donde siempre le vemos en ese azaroso pasado de la historia.

 ¿Por que cerrar los ojos ante esa realidad?

 Yo ejerzo como ciudadano un derecho de escribir sobre algo que me incumbe, porque trato de vivir en un mundo que sea mejor,  o al menos, trato de contribuir para que así sea. Al cabo del tiempo, el efecto mundial de esta imagen devastadora ejercida por la armada de un pueblo que está fotografiado en la historia con su intimidad al descubierto, fotografiado en la condición humana más frágil, hechos que concitaron en su momento la mirada universal de la compasión  y la solidaridad, eso no se debe olvidar nunca.

Se me podrá responder este artículo con rabia oficial y diplomática (como es el estilo cuando se sospecha que no se tiene razón y la defensa es rutinaria y de deberes), lo puedo entender, pero el tiempo demostrará que esa imagen hará mucho daño, un daño prolongado diría yo, a la imagen de aquella nación, que parece en su voracidad de respuesta bélica haber olvidado su pasado, cuando justamente el mismo está estampado en todos los fotogramas de las imágenes del siglo veinte.

 El sentimiento es un sólo, nadie puede arrepentirse y devolver una lágrima hacia su lugar de origen, luego de derramada, pero uno sí puede, según circunstancias, saber si una imagen (en el contexto de situaciones emocionales nuevas) vieja, puede mirarla con la misma sensibilidad y emotividad.

Puedo confesar que desde ahora, las imágenes de las películas del holocausto, quizás  ya no la sienta igual que como antes las sentía, en este sentido nadie, pero nadie, puede obligarme a mirarlas igual, me podrán argumentar, oficio de  defensa diplomática obliga, lo sé, pero nadie podrá obligarme a verlas igual, nadie, porque cada vez que yo vea una cinta sobre el holocausto (si no apago la televisión, circuito que privilegia esta información de modo permanente y orquestado) pensaré en estas fotos de Lìbano y yo mismo sacaré mis conclusiones, yo solito… cfelias@hotmail.com

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