El crimen organizado corrompe, mata y desordena

El crimen organizado corrompe, mata y desordena

El crimen y la violencia han existido desde los albores de la sociedad. Según la Biblia, desde el inicios de la Creación. Prolifera. Su incremento se hace más complejo y peligroso por el comercio de armas, la desvalorización de la vida humana y la falta de una política de Estado decidida a combatirlo y radicarlo responsablemente en un contexto social preñado de violencia, injusticias y desigualdades.

Se está de acuerdo en que la violencia y el crimen en todas sus manifestaciones, hay que combatirlo. Provenga de donde provenga, sin tregua ni descanso. También sabido es que la violencia genera violencia y que el crimen no se combate con el crimen. Estos postulados deberían tenerse en cuenta siempre. Particularmente cuando se trata del Estado. De organismos creados precisamente para salvaguardar la sociedad. Permitir, autorizar o consentir que esos organismos y sus agentes puedan libre e impunemente, valiéndose de su investidura oficial, hacer uso alegre de métodos represivos seria el germen de su propia destrucción. Del caos, la inseguridad y el terror de una población hastiada, que precisa seguridad y sosiego. Determinar el límite moral o legal de permisibilidad de hechos ilícitos, es el reto de una necesidad imperiosa.

El tema, muy complejo, “ha despertado vivo interés y profunda preocupación en el mundo político, académico y entre la gente, en general. “ El auge del crimen, a nivel mundial, aterroriza. Precisa de una respuesta contundente al por qué de tantos crímenes y actos de violencia entre los seres humanos, presumiblemente racionales. Se exceptúan casos de legítima defensa y fuerza mayor, previstos en la ley como eximentes de responsabilidad, frecuentemente alegados por el inculpado. Más nadie puede ser juez de su propia causa. De ahí la existencia de todo un sistema judicial orgánicamente integrado, cuya función es investigar, conocer, juzgar y sancionar los hechos imputados conforme con el debido proceso, la Constitución y las leyes vigentes. Que el sistema sea deficiente, que muchos actores sean venales, cómplices o se sienten atemorizados frente a amenazas y riesgos inherentes a su desempeño, es algo que hay que prestarle total y primerísima atención. La justicia debe ser una aliada eficaz y confiable contra el crimen, no pudiendo sus deficiencias, vicios o limitaciones liberarla de culpas.

El estudio de Kenneth Grundy y Michael Weinstein sobre “Las Ideologías y la Violencia”, analiza cómo se conjugan ambos factores “para mantener y extender el poder político, y afirmar o debilitar el orden normativo” que debe regir en toda sociedad. Interesa en este corto espacio destacar la peligrosidad e intolerancia del crimen sistémico, organizado, no solo proveniente de bandas delincuenciales, del sicariato sino sobre todo de una política de represión estatal, que lo aúpa, patrocina o permite. Se vivió durante la dictadura de Trujillo y los 12 luctuosos años de Joaquín Balaguer. Hoy asoma con oscuros matices.

A la policía, cuya misión esencial es velar por el orden y la sociedad, debemos protegerla. Pero también debe protegerse ella misma. Cuidarse de excesos y tolerancias. La guerra contra la violencia y el crimen no puede resumirse en dudosos intercambios de disparos y ejecuciones de presuntos malhechores, sin acarrear terribles consecuencias. Se desordena la vida.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas