El descenso del ángel de la Navidad

El descenso del ángel de la Navidad

”Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año”.  Charles Dickens.

Es el tiempo del solsticio de invierno, a partir del cual la oscuridad va en aumento. La realidad tal como la conocemos es un 1% de luz y 99 % de oscuridad, ya que mayor cantidad de luz destruiría nuestra vasija. Lo curioso es que aunque la cantidad de oscuridad es mayor, la potencia de la luz hace que tenga el poder para despejar la oscuridad.

La navidad es un tiempo de reconciliación, de perdón y de amor. En este tiempo, se hace imprescindible recordar nuestro verdadero origen y retornar a un caminar con el Espíritu. Es necesario confiar y seguir a nuestro corazón. El 21/22 de diciembre, junto a la entrada del solsticio de invierno, desciende el ángel de la navidad, que durante tres días prepara nuestros ánimos para que podamos responder adecuadamente a esta generosa energía.

La experiencia es hacer la conexión entre el mundo interior y el exterior, y al mismo tiempo, conciliar dos elementos aparentemente contrarios de nuestra vida. Los animales saben instintivamente que este tiempo es de purificación. Cambian el pelo, la alimentación, su ciclo de sueño, etc. En cambio, muchas personas viven esta época en forma de crisis.

Este momento poderoso de desequilibrio puede ser aprovechado dos veces al año, invierno y verano, como un punto de apoyo para impulsarnos en la dirección que hayamos elegido y reposicionar nuestra conciencia en el momento que vivimos. Es un buen tiempo para reconocer dónde hemos estado y hacia dónde deseamos ir.

Cualquier oposición, negación o exclusión de algo que ocurre, se vivirá en forma de un profundo malestar. Es recomendable asentir a lo que es tal y como se presenta, y a la vez cuidar nuestra energía de modo responsable. Un gran maestro dice:“Es preferible salir a la calle sin ropa, antes que sin el Manto de Luz.”

Es cierto que durante tres días tenemos ayuda adicional del cielo, pero también la oscuridad es mayor. Así que, es conveniente orar, meditar, contemplar, o visualizar, a fin de mantenernos sumergidos en la Luz.  En lo personal, me gusta invitar a los ángeles a mi espacio  ¿Cómo se hace? Delimita un espacio y hazlo sagrado. Puede ser un mantelito, una mesita o un pequeño altar. Coloca flores, una campanita, incienso, cristales, la figura de un ángel, o tantas cosas creas importantes. Haz una oración, y dale la bienvenida al Ángel de la Navidad. Abre las ventanas de la casa para recibirlo.

Todos somos servidores y a la vez, todos somos servidos. A través del trabajo con los ángeles, somos invitados a dejar las quejas, abrir el corazón y ¡crecer! Y eso implica mucho más que sanación, o resolución de problemas, se trata de vivir la vida y su plenitud, a fin de que el Niño-Dios pueda nacer en nuestro interior.

El presidente norteamericano Calvin Coolidgedijo: “La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad, y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad”. Que la navidad sea un tiempo de melancolía o nostalgias, o un tiempo de celebración y milagros, es una responsabilidad nuestra.

Cuenta una historia que un discípulo fue a ver a un monje y le dijo:

-Maestro, vengo a pedirle que me cure.

-No vienes a que te cure, vienes a pedirme. Te curarás cuando ceses de pedirme que te cure, porque la enfermedad que me traes no es más que tu pedido de ser curado. Así es que nunca te daré nada.

-¿Pero, por qué, Maestro?

-Porque tú, para no cesar de pedir, tratarás de que te pida que te dejes curar por mí, y no te curarás para que yo te siga pidiendo y así poseerme siempre.

-¿Y mi enfermedad?

-En realidad tu enfermedad no te importa. Lo que te importa es hacer fracasar al Padre, ejerciendo el poder de no poder.

 

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