Las instalaciones de lo que fue el hotel Barceló Capella Beach en Juan Dolio han sido adquiridas por un grupo financiero, accionista mayoritario del complejo turístico Club Hemingway, para construir en su lugar torres de apartamentos de lujo con acceso a la playa.
La transacción que inició hace más de dos años se concretó en estos últimos meses, cuando el hotel cerró sus operaciones totalmente, pese a que sus ejecutivos habían afirmado que sólo se cerraría la mitad del complejo, con la posibilidad de venderle al mismo grupo el resto de la propiedad en un tiempo no especificado.
Desde hace algún tiempo los agentes comerciales de la zona que brindaban algún tipo de servicio a turistas, como taxistas, agencias de viaje, vendedores ambulantes, rent-car, minimarket, restaurantes y bares, se preguntan, ¿cuál será su participación en la nueva actividad turística de aquí?
Actualmente varios restaurantes se preparan para cerrar sus puertas, otros ya han cerrado de una u otra manera.
Generalmente el turista convencional es el que se hospeda en un hotel, quien toma un taxi, el que compra algún souvenir, y además es aquel que asiste con mayor regularidad a los restaurantes adyacentes. Esta descripción corresponde al tipo de turista extranjero que se hospedaba en Juan Dolio.
Desde hace algunos años era un secreto a voces el hecho de que el Barceló Capella Beach y otros hoteles de aquí operaban con déficits.
Algunos atribuyen la situación a un tímido trabajo de mercadeo por parte de los hoteles, otros explicaban que había descendido mucho la llegada de turistas a la zona a causa de las pocas atracciones del lugar, y también que los turistas que optaban por venir a Juan Dolio son los de menos poder adquisitivo.
Algunas de estas versiones podrían ser ciertas, incluso que estos elementos mermaron la calidad de las operaciones de los hoteles, pero lo que sí es de conocimiento popular consiste en las pocas acciones promocionales que se realizan en pro de la proyección de Juan Dolio.
Varias interrogantes han surgido para quienes han invertido aquí sus capitales en comercios y planean seguir apostando al turismo de Juan Dolio, pero también para todos los que participan del quehacer turístico en esta zona cercana a la ciudad de Santo Domingo.
Según fuentes confiables, las torres de lujo tienen una ocupación media de 25 días por año.
¿Qué pasará con el turismo convencional aquí? ¿Existe demanda suficiente para la sobreoferta desproporcionada de lujosas torres? ¿Estas construcciones garantizan la participación del comercio local?
Salta a la vista que quienes visitan este destino durante los fines de semana se traen sus compras de la ciudad capital, por lo que las adquisiciones en el comercio local son muy mínimas.
Otra pregunta importante, ¿estarán contentos quienes invierten aquí “con dinero limpio”, pasar sus vacaciones en un lugar completamente muerto?
En Juan Dolio desde hace más de una década ha ocurrido un desplazamiento masivo del turismo convencional al de complejos de apartamentos de lujo, pero con ello también se han perdido centenares de empleos y el cierre de muchos negocios debido a la falta de clientes.