MILLIZEN URIBE
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A sus 11 años de edad, Pedrito tenía que levantarse temprano para salir a la calle a pedir limosna, pues si no regresaba a casa con dinero, su madre lo golpearía.
Mi familia no tenía dinero y por eso mi mamá me mandaba a pedir para la calle, pero si yo no conseguía nada me daba miedo de volver porque entonces ella se incomodaba y me caía a golpes, señala con tristeza Pedrito.
Cuesta mucho creer que haya seres humanos capaces de maltratar a un niño como Pedrito. Sin embargo, los hay. Hay quienes osan lastimar la belleza natural y la ingenuidad de estos pequeños angelitos. Este maltrato puede darse de múltiples formas. De hecho, se considera maltrato infantil a todas aquellas acciones que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, que provienen de personas, instituciones o la propia sociedad.
Así, el uso de la fuerza, el uso del niño como objeto de estimulación sexual y la insatisfacción de sus necesidades básicas (afecto, apoyo, protección) constituyen hechos de abuso infantil.
Sus causas. Ante la pregunta: ¿qué puede motivar a una persona a maltratar a un niño?, especialistas en el tema señalan que hay circunstancias como la pobreza, el divorcio, o una enfermedad que colocan a las familias bajo un estrés extraordinario.
El abuso infantil nunca es justificable, pero hay situaciones difíciles por las que atraviesa una familia que pueden contribuir a una tensión familiar que resulta en maltrato infantil, expresa la psicóloga Stibaliz Ladrón de Guevara. Otro factor que incide en el maltrato infantil es que el padre, la madre o el adulto que lo cometa, haya sido víctima de abuso en su infancia.
Una sociedad agresora. El maltrato infantil puede ser, además de individual, de origen social. Éste se da cuando es la misma sociedad la que vulnera los derechos de los infantes.
Cuando los Estados no le garantizan a los niños, niñas y adolescentes derechos fundamentales como la salud, la educación, la alimentación o la vivienda, hay un abuso de carácter social, explica Ladrón, directora de Niños del Camino, una ONG que trabaja con niños en situación de calle. De ahí, que la psicóloga Nisaly Brito considere que la solución al problema del abuso infantil está ligado a una sociedad con menos desigualdades económicas, sociales y políticas.
Para darle respuesta a los abusos infantiles es necesario atacar el problema desde su raíz: una sociedad que no respeta los derechos de los adultos pero tampoco los de los niños, expresa Brito.
El caso de República Dominicana
Los abusos policial, familiar y social son los principales a los que son sometidos los niños y niñas dominicanas, señala Brito.
La mayoría de los casos de niños maltratados que recibimos en Niños del Camino tiene que ver con éstos. Otro muy frecuente es el maltrato entre ellos mismos, que se da porque ese es el aprendizaje que ellos han hecho, señala Brito.
Esta afirmación revela lo preocupante del panorama del país en este tema. Dos estudios que reseña la Red por los Derechos de la Infancia contabiliza las tasas de maltrato del país en un 58% y 33%. Mientras que otro reveló que toda una población de niños impedidos estaba sometida a algún tipo de maltrato.
En este país, el maltrato infantil está muy ligado a a la pobreza, por eso los niños pobres son los más vulnerables, pues carecen de medios para estudiar, alimentarse y hasta jugar y recrearse como es debido, manifiesta Ladrón.
Es por eso que entre las iniciativas necesarias para disminuir esta problemática, la equidad social es fundamental, pues sólo en una sociedad garante de derechos, los niños, niñas y adolescentes serán vistos como sujetos de derechos.