El fin de año, felicidades

El fin de año, felicidades

Hoy es el último domingo de este año, trescientos y tantos días que en verdad han pasado como un “suspiro”, en un día iniciaremos el 2014. Hoy me he prohibido hablar de ciencia, de cerebro o de temas médicos, por lo que pido la venia de mis amables lectores para “conversar” de los propósitos y preocupaciones para el 2014 que se avecina. Todos tenemos inquietudes, ya que somos seres inteligentes.

La inteligencia es capaz de predecir; esa es su esencia. La misma inteligencia que nos permite hacer planes, amar, imaginar o formular hipótesis, también la que nos hace preocuparnos o esperar cosas malas y por qué no insistir en las buenas, estoy inscrito desde muy temprana edad en el grupo de los optimistas.

Sustento en este rezumé mental del año que finaliza, que lo más importante es luchar por ser feliz, y este período, queramos o no, nos trae grata nostalgia de buenos tiempos idos.

En lo particular, mi generación no es de Santa Claus, respetando al simpático viejito nórdico con su barba y su trineo; yo amé a los “Reyes Magos” que con sus camellos iniciaban el viaje desde tres estrellas que nos las enseñaban para que nos fuéramos a dormir, luego de poner agua, mentas verdes y yerba para los camellos, ellos se hacían casi microscópicos para entrar debajo de la puerta y dejarnos los regalos.

Creo que mi primera pregunta científica fue entonces ¿cómo era posible esa compleja mutación? La inocencia infantil es bella, y el alborozo con los juguetes nuevos era indescriptible, entonces todo “cuestionamiento” quedaba relegado. En las cartas que le hacíamos a Melchor, Gaspar y Baltasar estaban aspiraciones, que iban desde un revólver de vaquero hasta una bicicleta. En nuestro caso nos “asesoraba” nuestra querida madre, verdadera santa y -casualmente- siempre recibimos todo lo pedido, gracias a mis padres tan inteligentes y amorosos, pues nunca conocimos carencia alguna, de ningún tipo.

Siempre se estrenaban ropas y zapatos en Navidad. Recuerdo las esperadas visitas en El Conde a la Parisién, La Opera y mi hermana Celeste a modas El Pilar, etc., eran tiempos románticos donde el olor a uvas, manzanas y peras se percibía en las calles. No había plazas ni galerías. Los fuegos artificiales no estaban prohibidos. No les niego los disfruté.

La moderación debe primar, los excesos solo conducen a conflictos, así que alborozados levantemos nuestras copas, brindemos con optimismo por un nuevo año esperanzador, no tiene que ser en copas aflautadas de fino cristal de Bacarat, o necesariamente en un lugar como el restaurante Lespinasse de Nueva York, con suntuosos candelabros y decoración tipo Luis XIV, su sopa de Cebollinos, Papas y Trufas Blancas, es de las más caras del mundo, más con las 12 uvas en bandeja de plata y paladeando usted las agradables burbujas del espumante champagne Laurent Perrier Alexandra Rosé, de miles de pesos, no se trata de eso.

Sustento que para ser feliz, usted lo puede lograr con un mabí seibano en grata compañía de familiares y amigos, pero sí defendiendo siempre las 10 íes de la felicidad: intransferible, instintiva, individual, inexplicable, inmediata, inescrutable, indulgente, interina, íntima e inolvidable. Mucha prudencia, que el 2014 nos traiga salud, paz, armonía, seguridad, educación y gran prosperidad como nación. ¡Felicidades, cariñosamente á votre santé!

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