El final de una transición brutal

El final de una transición brutal

Se cumplen en esta fecha 55 años de que un grupo de hombres armados de valor y decisión puso fin a la era de asesinato y latrocinio que durante 31 años secuestró las libertades públicas en este país, constituyéndose en una de las transiciones históricas más sangrientas que haya atravesado el país en el curso de su vida republicana. En la memoria están frescos, como marca indeleble, muchos de los actos de horror cometidos por esta maquinaria de opresión cuyo desmonte definitivo comenzó la noche del 30 de mayo de 1961.
Es una lástima que en el sistema educativo del país la era de Trujillo es tratada con tanta superficialidad y sin pretender que las nuevas generaciones conozcan en detalle cómo las libertades individuales y sociales sucumbieron bajo la bota de este desalmado y los acólitos que le sirvieron, unos como cómplices y otros como títeres manejados con los hilos del terror. Saber lo que es una tiranía es lo que mejor enseña a los pueblos a valorar y defender la libertad, la democracia.
Hay que mantener vibrante en todo momento el repudio contra esa transición brutal que nos llenó de dolor, luto y vergüenza. Cuanto más enseñemos de sus horrores, más aprenderán nuestros jóvenes a montar guardia para preservar las libertades que disfrutamos en esta democracia que, aunque imperfecta, es fruto de nuestras luchas.

Mortalidad de la madre precoz

La alta tasa de mortalidad materna que tiene el país merece ser atacada por dos razones de mucho peso. Aparte de que está entre las más altas de América Latina, existe el agravante de que el alto número de embarazos en adolescentes agudiza el problema. Un 20% de las muertes maternas se produce en adolescentes entre 15 y 19 años de edad. En las jóvenes en edad temprana, el embarazo no solo representa un cambio radical del estilo de vida, sino también una situación de alto riesgo para la salud.
En la política sanitaria del país, el alto número de embarazos en adolescentes es, de por sí, una situación preocupante, que pone en aprietos la capacidad de prevención. Y el hecho de que un alto porcentaje de la mortalidad materna ocurre en adolescentes, debe obligar a afinar mejor las políticas para enfrentar esta vulnerabilidad.

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