El futuro de los alimentos

El futuro de los alimentos

FINANCIAL TIMES
Las modas alimentarias vienen y se van, y la locura de la dieta baja en calorías ya parece estar en camino de muchas de sus antecesoras. Esta semana, Kellogg hizo eco de comentarios anteriores de PepsiCo, que dietas como la de Atkins tocaron un pico en Estados Unidos, aunque con ello quiere decir que la tasa de crecimiento del consumo de productos bajos en carbono ha perdido impulso.

Al menos tres sondeos entre consumidores han indicado que menos norteamericanos mantienen dietas bajas en carbohidratos, ahora que en el primer trimestre de este año.

Sin embargo, Atkins no desaparecerá en la nada. Los intereses de los medios y los consumidores en la última tendencia comparable, alimentos bajos en grasas, llegaron al clímax en 1994, de acuerdo con el Grupo NPD, una compañía de información de mercadeo. Pero el consumo de alimentos bajos en lípidos creció durante cinco años más. De manera similar, el “boom” de bajos carbohidratos dejará a muchos consumidores vigilando la ingestión de azúcares y carbohidratos altamente refinados, aún si acuden a las hojuelas de maíz en lugar de la carne y los huevos para el desayuno.

Todo esto significa que las grandes compañías de alimentos no pueden suspirar con alivio y regresar al bombeo de alimentos azucarados y grasientos, con los cuales construyeron grandes fortunas. La intensa publicidad que rodea el incremento de la obesidad y problemas de salud relacionados, como la diabetes, ha vuelto a los consumidores mucho más conscientes de lo que comen. Roger Deromedi, jefe ejecutivo de Kraft Foods, la mayor compañía alimentaria de América del Norte, dijo que la importancia de la salud y el “estar bien” ha alterado los esquemas de compra “hasta un grado jamás visto antes”. La velocidad con la cual Atkins, una dieta cercana a los 30 años, se disparó hasta convertirse en un fenómeno de masas el año pasado, no es más que una demostración.

El reto para los similares a Nestlé, Kraft, Unilever, Coca-Cola y PepsiCo, es aterrador. Jugar con los alimentos en existencia es complicado. El sabor del azúcar tiene un atractivo universal; la grasa es un transportador importante de otros sabores, provoca un sentido de saciedad y le aporta a los alimentos lo que la industria denomina “sensación bucal”. Demasiadas versiones “más saludables”  de productos que existen saben a cartón.

La producción de alimentos saludables que los consumidores quieran comer va a requerir que los gigantes de la industria alimentaria incrementen sus esfuerzos en las investigaciones y el desarrollo. Lo más fundamental, va a significar reconsiderar modelos de negocios basados en incorporar la tecnología para producir enormes cantidades de alimentos convenientes, baratos y plenos, bajo grandes marcas respaldados por un mercadeo de masas. Va a significar el cambio a productos de márgenes más elevados confeccionados con ingredientes de mejor calidad, con frecuencia, proveniente de nuevos suplidores.

Peor, la manufactura tiene que hacer esto aún cuando los detallistas que se “globalizan”, como Wal-Mart, Carrefour y Tesco, estén apretando los precios y atacando sus marcas con alternativas de sellos privados.

Sin embargo, hay un premio. El éxito de los vendedores de alimentos naturales, como Whole Foods Market, en EEUU, y la proliferación de los mercados de agricultores en el Reino Unido, indica que una parte de la sociedad está lista para pagar por alimentos más completos. Los alimentos orgánicos y “gourmet” son los segmentos de crecimiento más rápidos de la industria alimentaria. Los gigantes alimentarios que tuvieron éxito en re-inventarse a sí mismos pudieran descubrir que la industria de alimentos, después de todo, puede ser un negocio de crecimiento.

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Traducción: Iván Pérez Carrión

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