El gimnasio para los hijos de Dios

El gimnasio para los hijos de Dios

Todavía está oscuro, ¡y ya hay gente en los gimnasios! Para promover su salud, belleza y buena imagen, miles de dominicanas y cientos de dominicanos, se someten a entrenamientos implacables. Supervisados por algún gurú atlético, primero estiran los músculos con rutinas de calentamiento y luego van realizando sus ejercicios que los energizan para otra jornada.
De igual manera, Jesús de Nazaret, en el evangelio de hoy (Mateo 5, 38 – 48) nos inscribe, con tarjeta y todo, en el gimnasio para “llegar a ser hijos de Dios”.
Primero van las rutinas de calentamiento: salirse de los dinamismos de venganza. En algún momento de nuestras vidas nos han atacado y herido.
La primera reacción instintiva es responder con la misma moneda: “el ojo por ojo y diente por diente”. Jesús enseña este ejercicio exigente: “si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”.
No creo que Jesús esté aconsejando una postura corporal para emparejar mejillas golpeadas. Se trata de esta actitud interior: que tu respuesta al abuso no esté organizada por el abuso padecido, pues a lo sumo, llegarás a ser tan abusador como tu agresor. Más bien, esfuérzate por organizar tu respuesta a partir de la generosidad de Dios, “que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”.
El siguiente ejercicio cardiovascular exige la mejor de las condiciones interiores: ¡amar a los enemigos de corazón!
La RD enterita necesita inscribirse en el gimnasio del Señor. Aquí, donde media población esta partida, se botan millones en derrotar al partido enemigo. ¿Y la ley de partidos? Que la próxima campaña se realice con fondos propios, debatiendo sobre los cinco problemas nacionales más acuciantes. ¿Y si en lugar de competir comprando conciencias de ciudadanos pobres, compitieran discutiendo una prioridad nacional?

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