Según un titular periodístico, los ministerios de Defensa, Industria y Comercio y Turismo, a los que el Tribunal Superior Administrativo ordenó mediante sentencia cumplir con su rol de evitar el monopolio en el transporte de carga y pasajeros se han quedado mudos luego de la decisión, de la que rehusaron opinar. ¿Pero qué iban a decir? ¿Qué acatarán gustosos la sentencia que les ordena hacer lo que se supone que tienen que hacer pero que no hacen? La explicación del Ministerio de Defensa de que está a la espera de que le notifiquen la sentencia por la vía correspondiente para emitir una opinión no es más que una simple excusa para ganar tiempo. ¿O se atreverá a decir que no está de acuerdo con una decisión que pone las instituciones del Estado al servicio de los intereses del Conep, como argumentó su abogado en una de las audiencias? Es una pregunta retórica, desde luego, pues aquí todo el mundo sabe que será su comandante en jefe, el presidente Danilo Medina, quien diga la última palabra, y eso vale también para los ministerios de Industria y Comercio, Trabajo y Turismo. Y desde el gobierno no pueden decir otra cosa que lo que manda el sentido común: que se acatará la decisión del tribunal, como ya hizo el Ministerio de Interior y Policía. Claro está, eso es más fácil decirlo que hacerlo, pues cambiar el actual estado de cosas, dando por descontado que los sindicatos y federaciones del transporte defenderán con ferocidad sus “derechos”, es una tarea que desborda sus capacidades, atrofiadas por la inacción. Sobre todo si la voluntad política necesaria para acometer una tarea de esa envergadura y complejidad sigue estando ausente, pues según me han dicho en el Palacio Nacional hay gente que piensa que el Tribunal Superior Administrativo lo que ha hecho es poner al Gobierno a que ataje a los sindicatos para que el Conep sea el que enlace, y el odioso monopolio cambie, simplemente, de manos.