El golpeo de la desproporción

El golpeo de la desproporción

El banco estatal de Reservas ha crecido satisfactoriamente en locales, servicios y operaciones; pero más se ha expandido la hiper burocracia que por su vía recibe emolumentos de las arcas públicas. Con buen sentido, la entidad dispuso una atención de pago escalonada en el mes para que la inmensidad nominal generada por el exceso de asalariados no coincida demasiado y congestione sus áreas para el público. Somos el país rey del continente en gente a sueldo del erario. Pero, significativamente, como prueba de que no por tener muchos “servidores” andamos bien, también nos ganamos la corona como pueblo de pésima redistribución del ingreso y de la inmovilidad social En vista de los bajos salarios, públicos y privados, lo supernumerario aquí equivale a condenar a mucha gente a la pobreza. El índice de ascenso en el ingreso es bajísimo, por no decir nulo.

Estamos bien alto en otro aspecto negativo. El país se llena de escuelas nuevas (y eso procede) pero en un nivel mega le sigue los pasos el ritmo del endeudamiento público. En su desproporcionado crecer del “debo y pagaré”, el Estado se ha convertido en más pagador de servicio de la deuda y capital que en generador eficiente de servicios a la colectividad. Es inevitable que en las encuestas mucha gente opine que andamos mal y quizás por esa vía lleguemos a peor. Aquí hay que emparejar los frutos de la gestión gubernativa.

LA PN TRATA DE ESTAR AL DÍA

Mirar hacia el interior de la remozada sede de la Dirección Central de Antinarcóticos de la Policía (Dican) sería suficiente para entender que la jefatura del general Manuel Castro Castillo enfoca con tino y rigor la realidad de que el microtráfico de drogas tiene que ser enfrentado prontamente con herramientas nuevas, con personal entrenado a cabalidad y haciendo provecho de recursos modernos para el diseño y desarrollo de tareas contra el ilícito comercio, de un lado, y de la adicción, por otro; tratados separadamente.

Muchos barrios están cundidos de drogas, pero tranquiliza descubrir que ante la expansión y complejidad del fenómeno, la Policía abra puertas a criterios acordes con la realidad y se proponga usar más la inteligencia que la fuerza para controlar el uso de sustancias ilegales, dirigida en esa área por el coronel Carlos Valerio Fernández. Adelante, y que no les falte recursos para crecer y perfeccionarse.

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