El hombre de gris de Vaqueró

El hombre de gris de Vaqueró

El “Hombre de gris”, sonado tema del cantante urbano Vaqueró, es una composición rústica, hecha de afirmaciones callejeras, sin ningún vuelo estético ni aire sugerente capaz de darle la estatura de denuncia social que alegan algunos. Sus letras no portan ninguna crítica al sistema que produce ese policía, no solo de uniforme gris, sino también de unas condiciones de vida con un matiz más sombreado, intenso y lúgubre.
Ninguna sociedad puede avanzar sin orden ni autoridad. Nadie más representa la autoridad y el orden de forma más inmediata y cercana que el policía. Por eso cualquier plan serio que se diseñe para mejorar la seguridad ciudadana, debe de proponer más preparación y mejores condiciones de vida y salarios para los hombres que trabajan para la seguridad y el orden ciudadano.
Vaqueró no logra presentarnos al ser humano que hay detrás de la grisácea investidura policial con sus frustraciones, sus desesperanzas y pesares, y se limita a señalar con desprecio al policía pedigüeño, al infeliz que a muchos riesgos y penas sale de su casa y deja a sus hijos, mujer y/o madre en condiciones precarias y lastimosas, con el encargo institucional de proteger a otros. En las letras insulsas de esta canción subyace el instinto de atenuar la presión normal que alguna autoridad debe ejercer contra el delito y las acciones que dañan la convivencia y la paz social.
Este tema estigmatizarte y prosaico, aunque no alcanza la categoría de denuncia, no deja de ser revelador, no deja de manifestar el resentido menosprecio que, desde la nueva cultura del libertinaje, se siente contra toda autoridad. El gris del policía, más que el color de su uniforme, revela las limitaciones y las negaciones que conforman este sistema que genera policías pedigüeños, como también delincuentes de todos los colores en otros ámbitos. En medio de una sociedad desequilibrada y torcida como la nuestra, ser policía es una de las pocas opciones que tienen muchos jóvenes humildes para sobrevivir.
Se alega que la canción señala una realidad innegable, que se trata de una verdad, pero hay que tener en cuenta que las más crueles estigmatizaciones parten de apreciaciones ciertas, pero incompletas; destacan y sobredimensionan partes de una realidad negativa. Las estigmatizaciones resultan distorsionantes en vista de que quieren explicar el todo a partir de una apreciación a medias e inacabada y muchas veces fantasiosa y falaz.
La canción de Vaqueró está hecha de afirmaciones sueltas y callejeras. Su ritmo forzado no sugiere nada más que desprecio a la autoridad y al orden, en su representante más cercano e inmediato que es el olvidado, maltratado y repudiado policía de nuestros barrios.
No negamos que hay policías perversos e indignos, pero también, y es una buena parte, los hay nobles y sacrificados, con notable formación humana y muy respetuosos. A estos nadie les canta ni los celebra. Son gentes anónimas y taciturnas que solo reciben reconocimiento cuando algún forajido pinta de púrpura su pecho y con el rojo encendido de su sangre hace resaltar, tras el gris menospreciado de su uniforme, la honorable entrega con que cumplieron su deber.
El mayor mérito de esta composición es que, aunque solamente enfocada en la deleznable práctica de algunos policías de extorsionar y pedir, sin proponérselo, ha resaltado la precariedad y el abandono de quienes laboran en el orden público. Si queremos rescatar nuestra sociedad tenemos que dignificar al policía desde el mismo Estado, como también rescatar en su representación simbólica y operativa su solemne autoridad social y cívica para imponer el orden.
El problema es que la cultura de acatamiento y respeto a la autoridad está muy deteriorada, y esto hay que restituirlo en la mentalidad y la cultura nuestra. El hombre de gris es un obrero del orden y la seguridad que sobrevive y expone su vida a duras penas en un medio marcado por la descomposición y el abandono de los valores cívicos que hacen posible la vida en sociedad.
Quizás el mejor aporte que hace el tema de Vaqueró, en su vuelo de baja altura, es hacer que se piense en el policía. Aunque él no partió de un enfoque crítico del sistema, sus afirmaciones sueltas han provocado el necesario revuelo para que la reforma policial, tan necesaria y esperada, intente darle al gris de los policías un brillo más ennoblecedor y plateado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas