El hueso y el tuétano

El hueso y el tuétano

En todos los países los políticos se han desacreditado de manera profunda e irremediable. Se les tiene por farsantes descarados. La política, por uno de sus lados, es siempre una actividad teatral que supone un trabajo de gestión y liderazgo de las sociedades. Los dirigentes de nuestro tiempo han ganado fama de ser actores tramposos. Los grandes líderes del pasado pretendían “organizar la vida colectiva”. La mayoría de los políticos de hoy han contribuido a desorganizarla. ¿Quién va a creer en un político que usa un Rolls Royce o un Maserati? ¿En sujetos con casas en Nueva York, en Miami, en Londres, quienes hace tres años no tenían un maíz que asar?

Hay algunos problemas sociales en la República Dominicana que lastiman hasta el hueso. El costo de la energía eléctrica es uno de ellos; otro es el de la delincuencia sin contención y la complicidad de la policía con ladrones y narcotraficantes; también sufrimos serias debilidades en el sistema judicial y en el régimen carcelario. Produce irritación en la gente comprobar que los bienes incautados a personas convictas de lavado de dinero sucio, regresan a sus manos después de unas condenas benignas. El enriquecimiento de funcionarios y contratistas añade acidez a las críticas sobre la “inutilidad de los gobernantes”. El descenso de popularidad de los presidentes en Brasil puede servir de ejemplo.

Los esfuerzos que hacen los políticos para conservar “el favor del pueblo” son proverbiales. En la literatura antigua se describe con precisión la lucha de Agamenón para seguir siendo líder de los griegos durante la guerra de Troya. El mercadeo político, la compra de voluntades, son fenómenos viejísimos; componentes eternos en las luchas por el poder público. La trampa, la difamación, la intriga, son inseparables de la contiendas partidarias, aquí y en el resto del mundo.

Por eso la política habitual es una actividad fría, desprovista de emociones altruistas. Salvo cuando intervienen las pasiones conectadas con la tierra, la nacionalidad, la identidad de cada pueblo particular. Este es hoy el punto central de las preocupaciones de los dominicanos. La inmigración haitiana amenaza la sobrevivencia del sistema de “seguridad social” en RD. Los problemas dominico-haitianos serán “temas electorales”. Sentiremos los huesos y los tuétanos.

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