El mismo “atronao” insiste en su tema

El mismo “atronao” insiste en su tema

La semana pasada recibí una extraña carta cuya continuación es esta: “Los propios griegos, tras su declive y posterior romanización, continuaron ligados a la historia de la esclavitud desde otra perspectiva.

En los primeros dos siglos de la era cristiana, los romanos deformaron las enseñanzas de Epicuro, quien abogaba por el gozo y la felicidad contenidos por la moderación, reinterpretando las tradiciones griegas para justificar con ellas sus excesos mundanos sancionados por el ejemplo de las castas dirigentes”.

“Si hubo alguna contención y cordura que prolongó inexplicablemente las glorias del imperio, se debió quizás, al menos en parte, a que la mayoría de los niños romanos era educada por maestros griegos, sometidos a la esclavitud romana.

“Muchos siglos después, en América, Lincoln estudiaría con asidua perspicacia a Cicerón, para copiar de él argumentos con qué justificar la esclavitud de los negros, antes de mudar su opinión y abogar por su emancipación, imprescindible para evitar la competencia desleal de los estados del sur (donde abundaban los negros) en perjuicio de la naciente economía pre-industrial de los progresistas estados del norte, donde la nieve y otros rigores del clima hacían que la esclavitud fuese tan costosa, o quizás más, que el régimen del empleo remunerado. 

“Los esclavos en los Estados Unidos tuvieron justificación económica, como en Grecia y Roma, y desempeñaron útiles funciones productivas.

Su liberación, aunque atribuida cándidamente a un supuesto progresivo acercamiento de la conciencia colectiva de la humanidad al mutante y siempre perfectible arquetipo de la dignidad de la persona, o a una nueva interpretación cristiana del significado de la libertad, no fue posible sino con una guerra civil.

“La guerra de secesión norteamericana fue la más cruenta guerra en toda la historia de los Estados Unidos. Murieron en ella más soldados gringos (blancos) que en la Segunda Guerra Mundial.

Los daños a la propiedad privada y a poblaciones civiles fueron horrorosos.

Los negros del sur de los Estados Unidos olvidaron rápidamente sus raíces africanas y no fue sino hasta el tercer tercio del siglo XX cuando iniciaron un reacercamiento a sus orígenes, con manifestaciones como la novela de Alex Hailey, el cambio de nombre de Cassius Clay, el ‘black is beautiful’ y el inesperado éxito de entidades como la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) y el United Negroe College Fund”. 

¡Entonces ni soñaban con un Obama!

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