El mito de las áreas protegidas

El mito de las áreas protegidas

Atendiendo a una de sus más sencillas y genéricas definiciones, un área protegida es un espacio que la sociedad o el Estado reserva para la conservación de vida y recursos naturales. La definición tiene implícitos un conjunto de requisitos y acciones que son imprescindibles para poder llevar a cabo la protección ambiental que se pretende. Luego, si partimos de esos criterios y los cotejamos con un diagnóstico hecho por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, llegaremos a la conclusión de que la protección de nuestras reservas ecológicas es mitad realidad y mitad mito, porque han faltado políticas adecuadas y voluntad suficiente para asumir tal responsabilidad.

Según este diagnóstico, que forma parte del Plan Operativo 2015 del Ministerio de Medio Ambiente, el 44% de las 125 áreas protegidas del país carecen de la infraestructura de vigilancia, el personal y los equipos adecuados para su efectiva protección, y solo 31 de ellas disponen de planes de manejo. Y otro de los problemas, que suponemos es consecuencia del desorden que padece el país en la jurisdicción inmobiliaria, es que una parte importante de estas áreas son de propiedad privada y sus propietarios no han sido compensados por el Estado. Aspiramos a que el Plan Operativo 2015 del Ministerio de Medio Ambiente sea el punto de partida hacia una auténtica protección de nuestros ecosistemas y recursos naturales.

SACAR PRUDENCIA DE DONDE SEA

Nos adentramos en la Semana Santa con un balance luctuoso de once víctimas mortales de tres accidentes de tránsito ocurridos en Domingo de Ramos en tramos viales de Altamira, Azua y de la autopista Las Américas. Es difícil concebir estas tragedias sin una alta dosis de imprudencia en maniobras hechas por algunos de los conductores involucrados. Y es muy probable que todo tenga que ver con los desplazamientos de personas que buscan disfrutar el asueto de este período especial.

Los conductores de vehículos de motor tienen que sacar prudencia hasta de donde no la haya, con tal de asumir en la carretera actitudes responsables y cuerdas. Hay que resistir la tentación de tomar un volante bajo los efectos del alcohol, movilizarse a velocidad moderada, rehuir de la temeridad y extremar el respeto por la vida.

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