El objeto de la ciencia económica

El objeto de la ciencia económica

El objeto de la economía es estudiar la distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades del ser humano. Simple, introductoria, casi ingenua, la definición no vuelve a repetirse en casi ninguna de las clases avanzadas de economía. Excepto cuando se toma, casi siempre como electiva, una clase de historia de economía o de las doctrinas económicas. ¿Será que se da por descontado que el concepto es suficientemente claro?

Realmente, es un a priori, y no sería necesario estarlo repitiendo a lo largo de las clases de economía. Al final de cuentas no parece que nadie, economista o filósofo de la ciencia, ponga en dudas que ése y no otro es el objeto de la economía. Sin embargo, en el ejercicio profesional, pareciera que el único objeto de la ciencia económica es una muy diferente… la acumulación del dinero en pocas manos.

Quizá estoy equivocado, pero probablemente el olvido de esa simple definición del objeto de la ciencia económica, explica en gran medida el poco debate alrededor y la notoria presencia de economistas en los principales medios de comunicación explicando lo que ocurre en la industria del dinero, antes que preguntando si hay un óptimo en la distribución de los recursos escasos.

Si hiciéramos una encuesta, estoy seguro que el público opinaría que los economistas están más cerca de los bancos, los mercados financieros y las corporaciones que del bienestar general y los procesos sociales. En alguna medida se percibe al economista como ligado a los gobiernos, pero dicha cercanía no es necesariamente asociada a la misión de hacer que los recursos escasos se utilicen de forma óptima para satisfacer las necesidades del ser humano. Algo de razón hay detrás de esa percepción.

La mayoría de los profesionales de la economía no sólo olvidaron la definición introductoria, sino que también olvidaron que los padres de la ciencia económica consideraban que la riqueza en general es un fenómeno social, y cómo tal, el objeto de la economía, aún sin ser moralizante, parte de una distribución de la riqueza y no de la acumulación de la misma en pocas manos.

Ya estábamos echando de menos un buen debate. Desde finales de los 80 no había uno que pudiéramos considerar estimulante, hasta la muy reciente aparición del libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century. El mismo ha despertado una esperanzadora discusión, donde quizá el autor pueda tener que revisar sus conclusiones y algunos cálculos, como le reclama el Financial Times, pero en todo caso –y es su gran aporte- nos ha recordado cuál es el objeto de la ciencia económica.

Quizá somos ingenuos los que estamos viendo con claridad que, si bien los socialismos que conocemos fracasaron, también lo ha hecho este “capitalismo” que argumenta mercados cuando se refiere a intereses y que habla de distribución cuando se refiere a concentración de riqueza. Hay que volver a lo simple de la definición del objeto de la economía: la distribución de la riqueza.

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