El ocio también debe ser sostenible

El ocio también debe ser sostenible

Sin cierto grado de cultura financiera, nuestras decisiones respecto de cuándo, cómo y con cuántos recursos sucede nuestro espacio de ocio pueden verse fácilmente distorsionadas.

Ciertamente, es muy común que la decisión del ocio – igual que muchas otras decisiones de nuestra vida – esté directamente vinculada al ingreso.

Esta codependencia entre nuestro movimiento y el ingreso constituye la marca de fábrica de la carencia de cultura financiera.

Para saber si éste es su caso, hágase estas preguntas. ¿Tiene lugar el ocio sólo cuando existen recursos a la mano para costear determinado estándar de ocio? En otras palabras, ¿si no hay dinero no hay ocio?

Por otro lado, ¿sube de manera automática el precio del ocio que consumimos cuando disponemos recursos para costearlo? Dicho de otra forma, si hay dinero, ¿tendemos a “tirar la casa por la ventana”, precisamente porque tenemos el dinero?

Desde la perspectiva de la cultura financiera, el ocio debe abordarse como una necesidad básica en nuestras vidas, por lo que su ocurrencia no debe depender de la disponibilidad de tal o cual cantidad de dinero.

Esto quiere decir que el ocio en la comunidad debe suceder de manera regular, con la motivación – consciente y gestionada – de generar los espacios de esparcimiento que necesitan nuestras mentes y nuestros cuerpos.

Haya mucho o poco dinero, el ocio debe suceder. Más que el dinero, la clave de las decisiones respecto del ocio que consumimos es que cumpla con su función reparadora.

 

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