En el año 1978 Octavio Paz publicó su ensayo “El ogro filantrópico”, refiriéndose con ese título contradictorio a la dualidad del Estado que habían engendrado los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI); y al despliegue hegemónico de esa maquinaria en la política mexicana. Desde entonces, la forma de dominación que se concreta en el Estado que subsidia, ayuda, asiste y anestesia la pobreza, por una parte; pero por otra parte genera acumulación originaria de capital por medio de la corrupción, financia al partido con fondos públicos, propicia una atmósfera de degradación moral, y golpea con impuestos a la clase media; se le denomina Ogro filantrópico.
Como arquetipos de gobiernos, el mundo americano ha sido una antología siniestra de “Ogros filantrópicos”. Y la historia nuestra, en particular, un amargo rosario de farsantes que han ocultado la tiranía bajo la ficción democrática.
Ahora mismo estamos viviendo bajo el dominio del Ogro filantrópico. Y el Ogro está ya presente en todo el asistencialismo que el PLD ha levantado como fundamento del inmovilismo social. Bono gas, bono estudiantil, bono eléctrico, bono choferil, tarjetas solidaridad, becas a hijos de funcionarios en el extranjero, botellas en la administración pública, “barrilitos” y “cofrecitos” de diputados y senadores; y muchas otras modalidades de subsidios sociales. Pero el “Ogro filantrópico” está también actuando a favor del absolutismo estatal. El PLD ha producido siete reformas fiscales que han desmontado el pequeño estado de bienestar de la clase media. Eso que llaman “canasta familiar” ahora tiene alas, y sube y sube sin cesar. Cobra impuestos exorbitantes en el precio de los combustibles. Colocó sobre los hombros de la clase media, el déficit fiscal más grande de la historia republicana. Ha propiciado un incremento demencial de la deuda pública, treinta mil millones de dólares; y sólo en los dos años de Danilo Medina esa deuda remontó los diez mil millones de dólares, lo que castra por lo menos a tres generaciones de dominicanos que todavía no han nacido.
Pero los guiños superlativos del “Ogro filantrópico” dominicano son la corrupción y la inequidad. Un buen ejemplo: los salarios de los funcionarios peledeístas arrojados contra las asignaciones de las instituciones de la salud pública. Un hospital regional como el “Nuestra Señora de Regla”, en Baní, recibe cerca de 900 mil pesos, pero el Superintendente de Bancos cobra 980 mil pesos de salario. Toda la atención pública a una enfermedad tan expandida como la diabetes, tiene un presupuesto nacional de 810 mil pesos al mes. Mientras que el salario del inefable superintendente de Seguros es de 800 mil pesos. Las pensiones de dos de los pasados Administradores Generales del Banco de Reservas suman millones al mes, y el sueldo del Gobernador del Banco Central es una ofensa a la pobreza solemne de esta nación. Toda la escala salarial del funcionariado peledeísta es un monumento a la inequidad; y si agregamos el renglón de diputados y senadores, hablamos de corrupción legitimada, puesto que “barrilito” y “cofrecito” no tienen ninguna sustentación legal.
Octavio Paz esculpió en su otro libro “El laberinto de la soledad”, una cartografía audaz de la identidad del mexicano, logrando delinear los perfiles de esa historia convulsa en la cual el revolucionarismo se fue transformando cada vez más en regímenes autoritarios. Ese “Pachuco” privón que tremola en las páginas de “El laberinto de la soledad”, y ese “Ogro filantrópico” que ha vuelto hoy al poder en México, han aparecido también en la República Dominicana. Danilo Medina es ahora el “Ogro filantrópico”, y el Director de Aduanas, Fernando Fernández es el “Pachuco”. El objetivo es seguir comiéndose con yuca a la clase media dominicana, porque ese “Pachuco” director de aduanas sabe que está mintiendo cuando ofrece la cifra a que asciende el monto de la exención impositiva de las compras por internet menores de doscientos dólares (¡20 mil millones se atreve a decir!); pero son 227.5 millones, o sea el 0.01 del PIB, según la propia Dirección General de Impuestos Internos en sus estimados. Esas compras son un nicho de escape a las duras condiciones de existencia del pequeño burgués, y sus usuarios son, mayoritariamente jóvenes de la clase media. Pero es más fácil marcharle a los 227.5 millones de pesos de ese sector acorralado, que a los 446 mil millones de la oligarquía tradicional.
¡Así actúa el “Ogro filantrópico”, y ese ventrílocuo ridículo disfrazado de salvador de la patria, que es el “Pachuco” de Aduanas.