EL PABELLÓN DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

EL PABELLÓN  DE LA REPÚBLICA  DOMINICANA

Si la República Dominicana había participado en varias ediciones de la Bienal de Venecia, últimamente con alto nivel, nunca había tenido la opción de exponer en un pabellón propio que llevase el nombre del país.
Por primera vez, el arte dominicano tiene la oportunidad de mostrar su expresión contemporánea, en principio identificada de manera nacional exclusiva, a través de cinco artistas muy reconocidos, un envío que tuvo el auspicio financiero integral del Ministerio de Cultura.
Además, dentro del planteamiento general, “May You Live in Interesting Times” o sea “que pueda usted vivir en tiempos interesantes”, las obras se refieren a un tema muy caribeño y a una causa de la mayor actualidad: “Naturaleza y biodiversidad en la República Dominicana”, correspondiendo así a enfoques particulares, regionales, globales, de la 58 edición del magno evento.
La muestra dominicana no se presentó en un recinto propio de los Jardines (Giardini) –donde los países exponen dentro de construcciones establecidas que les pertenecen desde antaño–, tampoco en el formidable e inmenso Arsenale –donde los expositores se presentan, individual o colectivamente, y también por pabellones específicos–.
El llamado Pabellón de la República Dominicana está alojado en el Palacio Albrizzi, ya que la Bienal de Venecia, aparte de los Giardini y el Arsenale, hospeda a exposiciones y expositores en distintos palacios, utilizando al máximo los espacios urbanos disponibles para arte y cultura.

El Palacio Albrizzi. El Palacio Albrizzi Capello, que saca su nombre del matrimonio entre la noble Elena Capello y el rico negociante Giuseppe Albrizzi por los 1500, es un edificio a la vez discreto y majestuoso del siglo XVII, con la fachada principal bordeando un canal.
En el muro exterior observamos un panel que anuncia las muestras de Grenada, Guatemala y la República Dominicana…
Obviamente, los actuales propietarios ceden –¿mediante alquiler?– sus salones a actividades de arte y cultura, y a la 58 Bienal particularmente. Hay, en ese dédalo de salas, unas muy tradicionales cuyo entorno y decorado no se puede tocar, y otras que lucen un acondicionamiento tal vez reciente.
Los artistas dominicanos exponen en la “Salladella Pace”, considerada como prestigiosa y de acceso casi directo en la segunda planta. Guatemala y Grenada exhiben en habitaciones posteriores.
Por la reglamentación absolutamente drástica –que impera no solo en el Palacio Albrizzi y Venecia, sino en toda Italia–, no se puede alterar ninguna pared o superficie secular, sino solamente colgar cuadros con un sistema de rieles; tampoco colocar en el piso instalaciones pesadas…
Esto, ¡de lo cual debemos tomar ejemplo!, restringe sin embargo, el montaje y aun el lucimiento de las obras. Se tenía la intención de colocar paneles blancos delante de las paredes –¡sin tocarlas!– para que las pinturas tuvieran una mejor fuerza visual, pero no se aceptó, y los cuadros de Hulda Guzmán, Julio Valdez y Dario Oleaga “reposan” sobre una superficie damasquinada y estampada, de tono neutral, ¡que –lógicamente– no favorece el colorido, tan esencial en la pintura dominicana!
La instalación mural de Ezequiel Taveras tampoco se destaca, mientras el mejor lucimiento en el piso lo tiene la instalación escultórica de Miguel Ramírez.
Aunque puestas en lugares menos accesibles, las selecciones de Guatemala y de Grenada, museografiadas en salas blancas y paredes lisas, no sufren iguales inconvenientes.
Ahora bien, el trabajo de montaje, obligatoriamente realizado por la compañía italiana –de la cual hablaremos– ha sido muy profesional e impecable, dentro de las restricciones impuestas. La excelente calidad de los artistas de la República Dominicana es indiscutible, pese a los inconvenientes.
Integración de artistas italianos. La sorpresa mayor es la presencia dentro del Pabellón de la República Dominicana, de artistas italianos, sin relación de residencia, de estilo o concepto, con nuestro país –¡aunque uno de ellos, bien intencionado, presentó como obra un mapa de la República Dominicana en resina!–.
Esta cohabitación, en la misma Sala de la Paz, figura en todas las publicaciones de la Bienal de Venecia, sin distinción de nacionalidad, igualmente para los curadores, ¡un dominicano, dos italianos! Sin la menor explicación, hay nueve expositores…. de los cuales cuatro son italianos. Una fusión y confusión lamentable, que no es posible ignorar y debe constar en cualquier información.
No nos referimos al aspecto cualitativo, aunque mucho habría que objetar, sino al principio ético. Quien ve y lee… “Pabellón de la República Dominicana”, no comprende. Nosotros, en la humilde Bienal del Caribe, no nos hubiéramos atrevido a una “mezcolanza” similar.
¡Igual sucede con las selecciones de Grenada u Guatemala! La compañía italiana mecenas, que se encargó del local, de la recepción de las obras y su montaje, “asoció” a caribeños y centroamericanos con italianos, probablemente felices al tener en su currículo la Bienal de Venecia… y punto.
Aparentemente –y no nos referimos a los asuntos legales y contractuales–, se trata de una práctica, de una universalización, de una apertura, sin hablar de financiamiento. Pero nos preguntamos: ¿Hubieran cabido dominicanos de pura cepa en el Pabellón de Italia?, ¿Por qué estos italianos, insertados entre los centroamericanos y caribeños, no expusieron entre los artistas de su propio país?
Ahora bien, la satisfacción reside en la superioridad de las obras dominicanas expuestas. No hay que reiterar la altura de los artistas dominicanos contemporáneos, de estos cinco y de muchos más.
Por tanto, consideramos una obligación moral para la próxima Bienal de Venecia y en otros encuentros internacionales, tener un verdadero y exclusivo Pabellón de la República Dominicana. Lo merecemos y lo debemos lograr.
(Continuará).
Congoja por Belkis Ramírez
La participación dominicana anterior en la Bienal de Venecia fue la del colectivo Quintapata. Belkis Ramírez, un ser humano maravilloso y una gran artista, era uno de sus miembros. ¡A Dios, Belkis querida y admirada!

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