El pacto para la reforma

El pacto para la reforma

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Es necesario que todos nos detengamos a meditar sobre el contenido, alcance y posterior repercusión del Pacto Nacional para la Reforma Educativa propuesto por el Gobierno del presidente Danilo Medina, mediante Decreto No. 228-13, del 13 de agosto del año 2013, con la intención manifiesta de elevar la calidad y ampliar la cobertura de nuestro Sistema de Instrucción Pública. Vista en su conjunto, la propuesta del Gobierno peledeísta envuelve un reclamo del legítimo derecho de todos los ciudadanos dominicanos (plural genérico) a la igualdad de posibilidades a la educación de acuerdo con el claro dictado del Art. 63 de la Constitución de la República, el cual tenemos a bien en citar a continuación: “Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones….”.

La firma del Pacto Nacional para la Reforma Educativa, en principio programada para el 20 de febrero en curso, hubo de ser postergada para mediados del próximo mes de marzo, debido a que faltaban proposiciones por consensuar entre los participantes en las fases de discusión y concreción del mismo.

Afortunadamente, después de tres semanas de arduas discusiones, ya han sido acordados los temas más controversiales. Imagínese usted, amable lector, lo difícil que resultó ser para gentes de ideales tan disímiles el lograr ponerse de acuerdo alrededor de temas tan controversiales como el de la revisión curricular, el empleo de las tecnologías de la comunicación e información en los procesos de enseñanza aprendizaje, el financiamiento de la educación por parte del Estado, el cumplimiento del horario escolar, la evaluación y acreditación de carreras profesionales, entre otros.

Nuestra participación en las plenarias de consensos del Pacto consistió en tratar de colocar las discusiones de las propuestas en un correcto debate de manera que nos permitiese ubicarlas dentro de lo que fuera el ámbito de sus competencias. Evitamos, hasta donde nos fue posible hacerlo, mermar, en parte o en todo, la obligatoriedad del Estado dominicano de financiar la educación pública en todos sus niveles, grados y modalidades, sin dejar de reconocer que no teníamos poder de decisión en el enfrentamiento y solución de los problemas que afectan nuestro sistema de instrucción pública, pero sí la obligación de darles a conocer a quienes nos gobiernan criterios y propuestas que contribuyan a la solución de dichas dificultades.

En las mesas de discusiones, disfrutamos a plenitud el intercambio opiniones de igual a igual con altos funcionarios del Gobierno, con colegas destacados, con jóvenes talentosos, y con dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) estos últimos, entregados en cuerpo y alma a la causa que dicen defender. Pero, no todo fue color de rosa. También, nos tropezamos con gentes que les dan por opinar de todo hasta llegar a no saber de nada. Hubimos de apurar el trago amargo de las intervenciones disparatadas de algunos, afortunadamente muy pocos, sobre temas ajenos a las discusiones del Pacto. Al parecer, el viejo y sabio refrán de “zapateros a tus zapatos¨ no cuenta para nada entre gentes como ésas que señalamos.

Con la inversión de más de 4% del Producto Interno Bruto en Educación (4.6% el PIB según nuestros cálculos), la construcción y equipamiento de miles de aulas, la adquisición de equipos de laboratorios y de tecnologías de punta, el establecimiento de la tanda extendida, el inicio de la campaña de alfabetización de adultos, entre otras sanas iniciativas, el Gobierno del presidente Danilo Medina ha comenzado por su cuenta a implementar una parte importante del contenido del Pacto próximo a firmarse. Creemos que dichas acciones servirían de poco a no ser que, paralelamente con el desarrollo de las mismas, se vayan aumentando las partidas presupuestarias destinadas a financiar los subsistemas de educación superior y el de técnico profesional con miras a elevar la calidad de los mismos. ¿Por qué? A ello nos referiremos en la próxima entrega.

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