El país no es propiedad de los peledeístas

El país no es propiedad de los peledeístas

En una admirable maniobra de manipulación de la conducta, los estrategas principales del PLD, partido dominante en el poder desde el 1996, han sabido sembrar y germinar una hábil y notable modificación de la conducta indisciplinada del dominicano a llevarlo a que solo se viva supeditado a sus maniobras y supuestos aportes para que todos los consideremos como los salvaguardas de la Patria.

Así ocurrió a raíz de la reunión en Juan Dolio del poderoso Comité Político el pasado día 19 en que todo el país creyó que se jugó el futuro del país, y que por la decisión adoptada era posible creer que sin darnos cuenta nos han empujado a un paraíso institucional donde predominarán las apetencias y ambiciones de un grupo de políticos, que forjados bajo las directrices y rigurosas reglas de conducta del profesor Juan Bosch, las mismas se deshilacharon en menos de una generación.

Todo ha cambiado en el país con esa alteración de los valores morales y de las metas y propósitos de la ciudadanía, en donde el derrumbe del núcleo familiar ha sido sin dudas el gran éxito de la manipulación de la conducta, que nos ha llevado a olvidarnos de la importancia de la familia en otras generaciones, que todavía a finales del siglo XX tenía su gran valor para la formación de ciudadanos responsables en todos sus deberes.

Las actividades políticas nos han arropado, y el interés que la ciudadanía le pone a cualquier discusión de los políticos revela la importancia que se le dan a las maniobras de ellos, que ahora más que nunca se exhiben sin ningún pudor con una rapacidad al grado máximo para, unos desplazar a los que están en el poder, y para otros afianzarse en el mismo y continuar con su trayectoria de ser ellos los dueños de los recursos públicos.

Se creía que con los sorteos para construir las diez mil aulas, los centros maternos infantiles y de atención primaria se le había cerrado el paso al grado a grado, por lo que había una gran satisfacción con la clase profesional de todos los colores políticos, ya que se participaba en igualdad de condiciones sujetos a la suerte, pero ocurre que en varias instituciones, principalmente descentralizadas, existe una epidemia de grado a grado con subterfugios legales y presupuestos abultados para exigirle al contratista el 25% de comisión y siempre el favorecido es un amigo del partido oficial o del funcionario que otorga tales privilegios, desmeritando y descreditando los esfuerzos de llevar honestidad al campo de la construcción oficial y caen por tierra los propósitos de transparentar las obras oficiales.

La clase profesional conoce de esa situación que afecta la buena imagen del presidente Medina cuando subalternos enquistados en organismos autónomos están recurriendo a esa mala práctica.

Los casi doce años continuos del PLD han corrompido malamente a sus miembros, que de una supuesta honestidad pregonada a los cuatro vientos, y alegaban que el país se dividía en peledeístas y los corruptos dominicanos, considerándose ellos clase aparte.

Pero lo que han demostrado es una increíble voracidad por los recursos públicos que los han convertido a una buena parte de sus estamentos de dirección en poderosos individuos. Unos buscan no verse desplazados del poder y otros para acercarse a las fuentes nutricias, para no verse reemplazados por otros compañeros de partido que todavía no han tenido su oportunidad para hacerse, mientras los que están tratan de no verse reemplazados por sus compañeros menos afortunados de los pasados cuatro años.

Con un ambiente al rojo vivo, entre las fuerzas reeleccionistas y las que quieren resucitar al anterior presidente, se necesita que se muevan para buscar un espacio de entendimiento, ya que el desplazamiento de los seguidores del ex presidente van a estar en franca desventaja ante una arrolladora maquinaria que ahora lo quiere todo y que busca complacer a sus más fervientes colaboradores, algunos de los cuales no se vieron favorecidos con alguna posición y veían cómo sus otros compañeros de partido por doce años continuaban enriqueciéndose y ellos conformándose con migajas de un Estado opulento que fomenta las más increíbles disparidades en los sueldos de la empleomanía desde los 400 o 900 mil pesos de un funcionario hasta los ocho mil pesos de un humilde barredor de calles.

 

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