El país que heredamos de la Revolución de 1965

El país que heredamos  de la Revolución de 1965

Reflexionar acerca de los acontecimientos que modificaron un enfrentamiento militar-político de hace 52 años es muy importante. Esa vez se alteró con la presencia masiva del ejército más poderoso de la Tierra. En este aniversario podría permitir afianzar la decisión ciudadana de reforzar lo que se ha iniciado para repudiar el escándalo de la Odebrecht.
Las sólidas manifestaciones en contra de la corrupción y la impunidad que ha motorizado la Marcha Verde ha sido más que contundentes. Es el grito de un pueblo cansado de que su clase política los coja de relajo para ellos continuar con sus sinvergüencerías. Y ahora llevadas al extremo, que sin ruborizarse los políticos, les estrujan sus riquezas y prosperidades al vapor en la cara de una sociedad que pasivamente aceptaba esos desfalcos al erario.
Por eso que mañana, el 52 aniversario de la invasión norteamericana, tiene un mayor significado cívico. Aquella vez era supuestamente para neutralizar la influencia comunista del movimiento cívico que había estallado cuatro días antes. Se buscaba restaurar la constitucionalidad derribada el 25 de septiembre de 1963.
Este aniversario encuentra a la ciudadanía empoderada de sus derechos. Está decidida a frenar el derrotero de conformidad cívica que aceptaba la corrupción e impunidad de los políticos como algo de la cultura nacional. Y es que tanto la corrupción como la impunidad conexa impera en el país desde su fundación como república. Esta adquirió patente de conducta incrustada en los cerebros de los políticos y comenzó a agravarse desde los años de la primera dictadura de Ulises Heureaux a finales del siglo XIX.
La invasión norteamericana de 1965 conmocionó al continente y más por la integración de una entelequia militar de la FIP (Fuerza Interamericana de Paz). Todos sabíamos que el objetivo era legalizar una absurda acción. Esta invasión constituyó el primer y único enfrentamiento norteamericano en contra de un país del continente. Ni a Cuba en manos de Fidel Castro invadieron después de la crisis de los misiles. Bahía de Cochinos fue un fracaso desde su organización. Atrás quedó el arrase que hizo Estados Unidos de los mejicanos que perdieron un vasto territorio para integrarlos a la Unión. Desde 1847, California, Texas, Nuevo México, Nevada, Montana son parte del territorio de la mayor potencia de la Tierra.
Y en 1965 los Estados Unidos, con la excusa de salvar vidas, invadieron a Dominicana en su segunda intervención del siglo. Ahora con una masiva presencia de 42 mil soldados, cuando todavía en Vietnam solo contaban con unos 10 mil efectivos. Los combates en las calles de Santo Domingo contra las fuerzas constitucionalistas fueron de epopeya. Los rivales en desigualdad de condiciones enfrentados ya que para unos era aplastar a un enemigo más débil pero con mas coraje patriótico. Por el otro lado el rival contaba con mayor poder de fuego y de más tecnología. Era un fuego avasallador que en las noches de abril, mayo y junio de 1965 iluminaban el cielo capitaleño junto con el sonido de la metralla ligera de los fusiles y ametralladoras.
En abril de 1965 el coraje de los temerarios combatientes dominicanos tuvieron como nunca un bautismo de fuego sin repetición en la historia moderna. Y esa reacción de valentía patriótica es el mejor aval para que ahora exista una decisión de combatir de una vez por todas la impunidad política. Es para hacerle saber a la clase política que ya no se le va a permitir la práctica común de la impunidad que se dejan sin castigo. Sin afectarlos a ellos.
De ahí que sus bienestares lo exhiben los políticos con desparpajo y sin sonrojos, a sabiendas que no existía fuerza humana y legal en el panorama local. Y es que la sociedad se los aceptaba y se los aplaudía aun cuando fuera de lo boca para fuera. Pero interiormente había un repudio moral contra los políticos que se aceptaban por motivos sociales. De ahí que se deriva la sentencia de un recordado editorialista del Listín Diario. Él decía que cada uno de nosotros teníamos a nuestro corrupto favorito.
El valor y el coraje de los dominicanos se impuso frente a los norteamericanos en una lucha desigual. Parecía una locura salirle al frente a la mayor potencia bélica pero con unos soldados que venían empujados por los políticos ultra derechistas de Washington que le temían al comunismo. Eran soldados que vinieron a un país caribeño sin saber cuál era ese destino. Y aquí se enfrentaron al valor de un pueblo que no les importaba morir si era para defender la soberanía y se lo demostraron con creces. Ojalá que ese sacrificio fructifique para el futuro.

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