El Palacio de Versalles revive la moda de la corte del rey Luis XIV

El Palacio de Versalles revive la moda de la corte del rey Luis XIV

Efe. Reportajes. La moda de la corte europea de los siglos XVII y XVIII regresa al Palacio de Versalles para rememorar su poder como instrumento político. Más de doscientas piezas reunidas durante tres décadas por los comisarios de la muestra reconstruyen el estilismo de la época del rey francés Luis XIV.

Las piezas, procedentes de las cortes de Suecia, Inglaterra, Rusia, Dinamarca y Polonia, que han sido reunidas durante tres décadas por los comisarios de la muestra, reconstruyen el estilismo de la época del rey francés Luis XIV, cuando Versalles marcaba los cánones de moda.

Del esplendor de los trajes de la corte francesa no queda testimonio, no tanto por la revolución de 1789 sino por la “Reforme”, una costumbre que consistía en que los monarcas regalaban cada año su indumentaria más preciada a los encargados del guardarropa real, que después la reutilizaban o vendían.

Vestidos reales en tiendas de segunda mano.  “Se podían encontrar los vestidos reales en tiendas de segunda mano en París unos meses después de que los llevaran los reyes”, señaló a Efe la comisaria adjunta de la exposición, Pascale Gorguet Ballesteros, conservadora del Museo de la Moda de la Ciudad de París.

“Fastos de corte y ceremonias reales” reúne, con carácter excepcional en Versalles hasta el próximo 28 de junio, piezas únicas de las monarquías reinantes en el continente europeo entre 1650-1800.

La muestra refleja asimismo las connotaciones de poder del vestido de corte más allá de la moda, ya que permitió el desarrollo de un verdadero lenguaje político cuya principal función fue traducir visualmente la jerarquía de la sociedad.

Trajes que presenciaron momentos determinantes en la monarquía y en la vida de los reyes europeos y de sus cortesanos, como celebraciones sagradas, coronamientos o ceremonias de las órdenes reales, así como actos relevantes para la corte como las bodas.

El lujo de los materiales, de las telas, de los bordados, de los encajes, de las pasamanerías y de la incrustación de joyas y pedrerías, que permitían la adaptación de esta indumentaria a diversas circunstancias, ejemplifican el rol que la moda jugaba en las cortes de esos siglos.

La importancia de la moda en las cortes europeas.  El “grand habit” (el vestido de gala) femenino se alza como la prenda de la corte por excelencia. Estaba compuesto por un corpiño y una falda sobre una enagua rígida con ballenas y una gran cola, cuya longitud dependía de la importancia de la persona que portaba el traje, comentó Gorguet.

Así, la indumentaria se convertía en un escaparate de la industria del lujo, que empleaba las innovaciones técnicas y estéticas.

Con la importancia de la moda y la renovación acelerada de los hábitos de vestimenta, el traje de corte evolucionó muy rápidamente, pero el incremento de encargos de las realezas europeas a los talleres de París era una muestra del esplendor que la corte francesa mantuvo durante esos siglos.

Coronas bordadas con todo tipo de piedras preciosas, zapatos de fina piel, sombreros con plumas de aves exóticas, abanicos con encaje, gargantillas de diamantes, así como inventarios de las telas que demandaban en la corte, acompañan a los vestidos de gala.

Junto a los objetos cuelgan de las paredes grandes retratos de los monarcas europeos de la época, entre los que destaca “Luis XIV en gran traje real en 1701” de Hyacinthe Rigaud y “María Antonieta en vestido de gala” por André Gautier-Dagoty que portan los ejemplares de las vitrinas. 

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La exposición, que cuenta con el mecenazgo de Chanel y con el apoyo de la Reunión de los Museos Nacionales (RMN), se divide en siete salas temáticas: el traje real francés, lo sagrado y las órdenes reales, bodas y ceremonias de Estado, el vestido de gala, los fastos religiosos, la jornada del rey y la moda de la corte. Las colecciones reales de Londres, de Dresde (Alemania), de Dinamarca, de Suecia y de Portugal, las imperiales de Viena y de los zares de Rusia y las de la Catedral de Colonia (Alemania), son presentadas por primera vez fuera de su país, según la organización de la histórica muestra.

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