El papel de la psicología en la economía y la política

El papel de la psicología en la economía y la política

Tirso Mejía-Ricart

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La concesión del premio Nobel de Economía del 2017 a Richard H. Thales por sus contribuciones al estudio sobre las variables subjetivas de la economía y las finanzas (“The Winner Curse”), “Paradoxes and Anomalies of Economic Life”; y “Advances in Beha vioral Finance”, pone de actualidad la estrecha relación de la Psicología social con otras disciplinas aplicadas de gran interés, como la Economía, la política y el derecho.
Por mi parte, casi desde los inicios de la psicología social aplicada estuve dedicado al estudio de este campo de trabajo, con mis libros “Psicología social aplicada”, “Conducta y Tácticas políticas”, “Psicología Cultura y Comunicación”, Psicología para Abogados” y “Psicología para Empresarios y Economistas”.
Precisamente del prólogo de éste último libro, editado en 1999, escrito por el consagrado economista José Luis Alemán, extraigo los siguientes comentarios:
Hay una variedad significativa de los modelos econométricos y estadísticos tan en boga, que facilita llegar a resultados satisfactorios desde el punto de vista de pruebas de autocorrelación y heterocesticidad para aceptar o rechazar los resultados obtenidos, pero entendiendo muy poco de la vida real.
De todas maneras, queda en pie el enigma del prestigio de estos métodos, unido, como bien señala nuestro autor, con el descuido por parte de la econometría del principal problema de la Psicología social: “descripción y explicación de la conducta y de las motivaciones de los hombres y mujeres en diversos tipos de sociedades” (Gerth-Mills).
Quizás proceda de este impase lógico cierta tendencia creciente de la economía a pensar en lo institucional (O. Williamson), a quien bien cita Mejía-Ricart) y en lo conductual.
De hecho, resulta sumamente pobre toda teoría microeconómica basada en los supuestos simplificadores del “homo economicus”: la existencia del individuo como átomo que le impide establecer relaciones cooperativas; la exigencia radical de que las únicas motivaciones son económicas -utilidad y ganancia- y de que la conducta económica se orienta a la maximización de beneficios.
“Definitivamente el comportamiento individual e institucional es fruto en gran parte del entorno social y político de los individuos y en este medio la negación, los actores colectivos laborales, y la política económica juegan un papel preponderante. Por eso este libro no es sólo importante para el administrador y el mercadólogo sino también para el economista y el politólogo y político, sin dedicar unas palabras a criticar la base estadística de buena parte de la literatura económica actual.
No me refiero a la calidad de los datos, fenómeno conocido y reconocido, sino a la fundación de la teoría estadística de la toma de decisiones.
La toma de decisiones económicas, empresariales y políticas no presuponen muchas veces el conocimiento de una función esperada de probabilidades subjetivas atribuible a cada opción posible asimilable a la lotería o resultados pasados ¿No es más realista reconocer que existe una esencial diferencia entre un juego de azar, y una decisión de la que puede depender la vida y la fortuna de una persona?

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