El paraíso de los pocos y el infierno de los muchos

El paraíso de los pocos y el infierno de los muchos

Varios organismos internacionales vierten cifras halagadoras del notable crecimiento del país y con relación a los demás de la región y del continente. Eso habla muy bien de las autoridades que encerradas en esa burbuja del optimismo pasan por alto cuando del río Ozama se extraen cientos de toneladas de desperdicios y de plásticos que el “desarrollado y educado”residente de Santo Domingo vierte en las calles, en cañadas y ríos empañando ese elevado crecimiento del país
De esa manera se mancilla de mala manera de cómo piensan los extranjeros del dominicano y esa ambivalencia en el civismo como ciudadanos guardianes de su medio ambiente. Las cifras halagadoras del crecimiento que nos abren las puertas para seguir endeudándonos alegremente, sin importar las consecuencias de vernos sumergidos en una severa crisis, ocultan de como la mayoría de la ciudadanía no percibe que tantas bienaventuranzas nos arropa. Parece que la sábana de arroparnos nos deja los pies afuera y no percibimos a un país que flota encima de un témpano de hielo que se va derritiendo poco a poco por la calidez de las aguas del entorno.
Es notable de como crecen las inversiones extranjeras en el sector del turismo y el de la salud. Mientras el sistema educativo, pese a la notable mejoría de los pasados seis años, no se convierte en la respuesta del desafío al desarrollo debido a un gremio magisterial que pese a ser oficialista sus dirigentes estuvieron insubordinados y que ahora parece que va a tomar otro sendero de más comedimiento y sensatez. Y el sector de la salud que ya está atrayendo un turismo de salud incipiente y lucrativo que enfrenta a su sector público sin orden debido a la anarquía del personal que se opone a que se le regule su labor en esos centros dedicados ahora a atender más parturientas haitianas que cada semana llegan a raudales, en especial a los hospitales del Cibao.
Es muy interesante esa dualidad entre la economía floreciente y el sentir de la ciudadanía. Y es que sí vivimos en la opulencia de una economía arrolladora que se esparce por doquier, pero todavía existen tantas desigualdades reflejadas en el malestar social que se va agudizando. Y la gente va perdiendo esa indolencia de que nada me importa sin querer ser los entes activos socialmente. Ya existe una decisión de empoderarse y ser entes proactivos en la comunidad asumiendo las responsabilidades cívicas que les corresponde.
Y esa dualidad nos hace recordar a la India y a la misma China que con tantos millones de habitantes, mantienen sus explosivos desarrollos que las han convertido en potencias mundiales pero todavía tienen sectores muy alejados de la prosperidad que en los pasados 25 años ha impactado en la vida de casi 2,800 millones de seres que habitan esa parte del continente asiático.
En menor escala aquí en Dominicana, y guardando las distancias poblacionales y educativas, pareciera que atravesamos algo parecido con sectores nadando en la opulencia y otros a orillas de ríos y cañadas careciendo de hasta un mosquitero para que los mosquitos les den algo de tregua en las noches cálidas. El abusivo nivel de gastos del gobierno en sus nóminas de botellas se apoya en los impuestos a los combustibles que es la fuente más segura de sus ingresos razón que la imposición de los precios es parte de una estrategia semanal de asegurarlos para sus gastos.Es casi imposible que se produzca una reducción al menos que un cataclismo cívico conmueva las bases de la institucionalidad y obligue al gobierno dejar su arrogancia y respetar al país.
La opulencia que impacta en el país produce una profunda división en que los números tan excelentes del crecimiento, alabado por todas las instancias de vigilancia económica a nivel continental, chocan ante una realidad que no se puede ocultar. Y es el contraste del disfrute de los funcionarios, políticos allegados, empresarios y toda clase de suplidores disfrutando de contratos muy especiales por las relaciones con políticosde 14 años enloscargos. Ellos exhiben una ostentación de la abundancia que ha permitido la proliferación de restaurantsde lujo, plazas de artículos exclusivos con tiendas que apenas sesostienen con escasos clientes que siempre andan a la cacería del reloj de lujo, último zapato o cartera de moda en Europa o Estados Unidos. De ahí que hay tiendas y restaurants muy exclusivos que al inicio del silgo XXI quebraban con frecuencia. Esto es diferente a la realidad ya que con la democratización del peculadole permite a muchos funcionarios su elevado grado de bonanza repentina. Ahora hay una certeza que sus negocios perdurarían y les permitirían resarcirse de sus costosas inversiones hechas para complacer a suexigente clientelade nuevos ricos.Son fortunas construidas a la sombra de lo que se desvía de los recursos públicos.

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