El pleito ta casao

El pleito ta casao

Mi hijo mayor, Julio Heberto Gautreaux Martínez, con estudios en el Buró Federal de Investigaciones, (FBI), las Academias policiales de Washington, Tennessee y Orlando, siempre habla de probar los límites.
Se refiere a la observación de las reacciones humanas ante cualquier asunto que pueda afectarlo que, sin embargo, se produce como algo sin importancia, como quien no quiere la cosa.
Siempre se ha dicho que los dominicanos somos haraganes, vagos, que no nos gusta trabajar. Eso mismo se dice del huaso chileno, del Juan Bimba de Venezuela, del paisa de países centroamericanos.
Curiosamente esa misma gente rompe todos los récords de puntualidad, dedicación y honestidad cuando emigra en busca de mejores oportunidades y obtiene trabajo bien remunerado servicios médicos y escolares adecuados ¿se trata de una casualidad? ¡En absoluto! Es la natural y humana resistencia a la explotación del hombre por el hombre.
Debido a la avaricia e ineficiencia de empresarios agropecuarios, de la construcción, de la caña, se inició la importación de braceros haitianos con paga miserable, tratados como personas de tercera, sin derechos, con difíciles servicios sociales (educación, salud).
Tengo un amigo pequeño que se desplaza sobre la pared, en busca de la luz que irradia la bombilla eléctrica de la terraza de mi casa, se trata de un pequeño lagarto.
Mi hijo menor, el Coronel Policía Nacional Juan Gabriel Gautreaux Martínez, formó parte del grupo de policías que trabajó para Naciones Unidas en Kosovo, a su regreso al país me contó cómo los musulmanes desplazaban a los serbios y croatas al convertirse en la mayoría de la población. Ello fue el inicio de la indefendible acción genocida por parte de los serbocroatas, la cual perseguía la purificación étnica.
En medio del conflicto Estados Unidos y otras naciones poderosas intervinieron en favor de los musulmanes y a resultas de ello forzaron, obligaron, impusieron y finalmente crearon la República de Kosovo, en favor de los extranjeros.
El caballo de Troya en nuestro país lo ha introducido un empresariado que persigue ganancias fabulosas sin respetar ninguno de los derechos humanos, sólo beneficios extraordinarios.

Nuestro caballo de Troya está preñado por nadie sabe si millones de haitianos, pues nunca han sido censados especialmente. Irrespeto a la Bandera Nacional, tirijalas con el comercio fronterizo, desplazamiento de la mano de obra local, servicios médicos y escolares gratuitos, amenazas e interrupción del intercambio comercial, infiltración en las Fuerzas Armadas y en la Policía, son algunas de las conductas de haitianos.

Lo último: atacan nuestros guardias fronterizos y nos acusan de la agresión: lo llevo dicho, el pleito está casao ¿Pa cuándo?

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