El Presidente Gonzalo y Barcelona

El Presidente Gonzalo y Barcelona

Recuerdo aquella mañana que Pepín Corripio llamó a Radhamés Gómez Pepín, para felicitarlo por el editorial de El Nacional publicado el día anterior.
El editorial había sido escrito por mí, el tema del mismo era la actitud de Abimael Guzmán, mejor conocido por su alias revolucionario como Presidente Gonzalo, jefe del sanguinario grupo terrorista Sendero Luminoso que durante años cometió toda suerte de atentados terroristas y asesinatos de personas que se oponían a su política, si es que se puede llamar política a las acciones de una banda de extremistas que actúan como si tuvieran anteojeras para sólo ver en una dirección, la que señala el ciego fanatismo. Gonzalo, apresado y sometido a la justicia, pidió ser juzgado bajo el debido proceso de ley.
Aquel editorial se peguntaba si era justo que un terrorista fuera procesado bajo el imperio de leyes y reglamentos que denunciaba constantemente y, además, aspiraba y luchaba para destruir el orden social y político que conformaban el Estado de Derecho, nada más injusto, ni más ventajoso…
El Presidente Gonzalo en su cómoda visión de terrorista, quería seguir en el uso del embudo donde la parte ancha le tocara siempre que se tratara de robar, asesinar, atropellar y, al ser apresado, que lo juzgaran con reglas de la parte estrecha. Es una constante de los terroristas, demandar que se les apliquen leyes humanas que desconocen cuando imponen su política de busca del poder por medios violentos.
La convivencia pacífica pasa, directamente, por el medio del respeto al Estado de Derecho.
En estos días llama la atención que resabios atávicos traten de imponer soluciones trasnochadas que se pensaba habían sido superadas mucho tiempo antes.
En el caso de la actitud de los barceloneses que se llaman independentistas, hay gran similitud con la del Presidente Gonzalo: luego de que actúan contra la ley, cuando están entrampados por sus acciones indebidas, se dan cuenta de que sus posiciones son contrarias a la razón, entonces intentan quebrar las instituciones legítimas y acogerse a su amparo para obtener sus fines destructivos.
En el caso de los barceloneses que se llaman independentistas, hay un aspecto que no ha sido tocado a profundidad, me refiero a la unidad nacional.
¿Acaso hay que premiar a las personas o al grupo que intenta desmembrar la nación?
Hasta donde alcanza mi escaso entendimiento eso se llama traición y no se puede permitir. La traición debe ser castigada siempre, con todo el rigor de la ley.
Acudir al Tribunal Constitucional con sus trasnochados alegatos, constituye una gran burla contra la unidad de España-
¡Ah, el Presidente Gonzalo cumple cadena perpetua.

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