En su ponencia en el escenario de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que concluyó el 29 de enero último en La Habana, Cuba, el presidente Danilo Medina honró como hacía mucho tiempo no se hacía al Patricio Supremo y Único Padre de la Patria Dominicana, Juan Pablo Duarte Díez.

También honró el presidente Medina la Carta Magna dominicana que en su artículo 84 establece que las sentencias del Tribunal Constitucional son inobjetables e inapelables y que su desconocimiento por el jefe del Estado conlleva un juicio político y destitución de su mandato.

Aludía el presidente Medina la sentencia 168-13 del TC que establece que los extranjeros nacidos en el país de manera irregular o indocumentada no son susceptibles de otorgarles la ciudadanía dominicana, un argumento razonable y correcto.

Preciso en reiterar que la condición de ilegalidad no presume la figura jurídica del apátrida, porque el procedimiento a seguir consiste en que los indocumentados nacidos en el país procuren su acta de nacimiento en su país de origen, que evidencia su dificultad en conseguir, porque el calamitoso vecino haitiano carece de organización del registro de sus nacionales, una de las variantes que lo define como un país fallido sustentado en la anomia.

En el escenario ante 32 jefes de Estado presentes, el presidente Medina enmendó la plana al Primer Ministro de las isletas San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, al rechazarle la peregrina y huera acusación de que en RD practicamos el racismo, cuando el 87% de la población es negra y mulata, y conviven con los dominicanos más de un millón de haitianos, de los que el 90% son indocumentados, acotando que RD ha contribuido más con Haití que su interesado detractor.