El que quiere azul celeste

El que quiere azul celeste

En esto días, de nuevo, el sector deportivo pide la construcción de un estadio con las dimensiones y exigencias de las Grandes Ligas, para jugar béisbol.
Después de las expediciones que llegaron por Constanza, Maimón y Estero Hondo, en 1959, dejé de ir a ver los juegos de béisbol, cuando hice conciencia de que el deporte profesional era usado como droga para adormecer el pueblo.
Fue después de la decapitación de la tiranía cuando el pueblo despertó y cambió la pasión por la discusión política y dejó de lado en forma creciente el fanatismo deportivo.
El mantenimiento de los estadios donde se practica el béisbol profesional, especialmente el de Santo Domingo se ha convertido en un negocio muy rentable por el descuido y la certeza de que la presión de la prensa deportiva logrará que se inviertan todos los años sumas millonarias a cargo del Gobierno.
San Francisco de Macorís y La Romana construyeron sus propios campos de juegos y los mantienen sin la muletilla del Gobierno.
La construcción de un estadio para béisbol, con las especificaciones de uno de Grandes Ligas, solo para atraer juegos de exhibición o alguno de campeonato, es un buen negocio si el costo y mantenimiento de las instalaciones son asumidos por un grupo de inversionistas que apuestan su dinero para obtener beneficios.
Esos capitalistas son libres de realizar sus inversiones siempre que lo hagan cumpliendo con las leyes. Que compren su terreno, que no pidan terrenos del Estado ni tampoco que el Gobierno declare de utilidad pública tanto espacio como para que pueda albergar instalaciones como las que se desean.
Que cumplan con las normas de construcción antisísmicas, con las exigencias de seguridad, facilidades de toda índole desde la higiene de los baños, la calidad de las comidas y bebidas ofertadas durante los juegos. La asistencia a los estadios de béisbol, en el caso dominicano, se ve en las transmisiones de televisión que se realizan durante la temporada regular de invierno, amplias zonas vacías de los estadios, pese al esfuerzo de camarógrafos y editores. Solo en el tiempo de los finales de la temporada la fanaticada llena los estadios.
Si hay gente que quiere casa nueva, más amplia, mejor diseñada, con asientos más cómodos, con mayor visibilidad desde todos los lugares, con pasillos más amplios entre las filas de butacas, que pague lo que sea necesario para que obtenga esos beneficios, esas ventajas.
En un país que parece un rompecabezas con problemas de toda índole, a lo largo y ancho del país, creo que ni siquiera debe pensarse en cargar el Presupuesto Nacional con una inversión de ese género.
El que quiera azul celeste, que le cueste.

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