Eso de buscar lo natural, de que prevalezca lo orgánico en las casa que nos rodea parece ser un escrito sobre la alimentación, pero no, en la decoración hay también una corriente que busca la calidez y la esencia de ambientes sobrios y lejos de lo artificial.
Si hablamos de los materiales, la madera es la reina de este estilo que apuesta por la sencillez y la unión con lo natural. Vemos la madera en su estado más “bruto” así como la comida “raw food” el deleite está en esas piezas sin pulir, donde no hay perfección ni acabados brillantes.
Los textiles son grandes aliados de esta decoración pues los yutes y fibras naturales son sinónimo de calidez. Cortinas, cojines con telas naturales o en algodón y aquellas tejidas o bordadas que dan ese acento tan acogedor.
Este estilo busca relajarte en lo cotidiano, nada de acentos estridentes brillos o atisbo de lujo. Acabados mate, terrosos y texturas de mimbre, piedra y troncos. No es todo rústico, pues no se aleja de la elegancia, pues encontramos piezas pulidas y acabados lisos, eso sí, solo que en armonía con lo natural.
Colores claros en paletas de grises, tierra y beiges. Esos comedores de mesas pesadas y en madera, con sillas en fibra, grandes jarrones en barro o piedra y maceteros con plantas naturales, una verdadera atmósfera clara y tranquila ¿verdad?
Canastas, cajas decorativas tejidas y velas, una verdadera composición de cara a la naturaleza, revestimiento de pared simulando ladrillos y mobiliario en su estilo más simple sin patas o tiradores en metales.
Las piezas como lámparas y cuadros de pared juegan un papel importante pues te ayudan a destacar el estilo, si quieres ir un poco más prolijo juega con terminaciones suaves o definitivamente acentuar el apego a lo natural con colgantes de luces cálidas en soga o metales de acabados desiguales o ásperos.
Se equipa con lo necesario, nada de llenar rincones porque sí. Claro está, si hablamos de naturaleza las plantas están presentes, follajes y flores dan ese toque final de armonía y frescura.