Madrid. La consecución de un doblete 25 años después, con la anhelada Décima Copa de Europa y la Copa del Rey, no sirvió para impedir que la directiva del Real Madrid emprendiese una reconstrucción innecesaria de su plantilla, que en vez de retocar con grandes jugadores la modificó con salidas de hombres clave como Xabi Alonso o Ángel Di María, a los que ahora añora.
El alemán Toni Kroos no es Xabi Alonso.
Ni el colombiano James es Di María. Son dos grandísimos jugadores que a buen seguro tendrán días de gloria vestidos de blanco, pero a corto plazo no hacen olvidar a dos jugadores básicos en la columna vertebral del equipo de Carlo Ancelotti.
Kroos nunca en su carrera jugó de medio centro defensivo, sin un complemento a sus espaldas que le diera libertad para construir con criterio y tener llegada a área rival. James no tiene en sus características de jugador el sacrificio defensivo de Di María.
Lo que Ancelotti consiguió con el argentino para convencerle de que no tenía hueco entre los tres fijos de arriba -Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema- y que debía retrasar su posición, es una tarea que se antoja imposible con el colombiano.
Son detalles, sumados a la grave desconcentración defensiva, los eternos problemas a balón parado, la falta de confianza de Iker Casillas o el sufrimiento de los centrales con dos laterales de largo recorrido -Carvajal y Marcelo- y sin ayudas de un centro del campo ofensivo -Kroos, Isco y Modric-, que unidos generan la imagen del Real Madrid en Anoeta.
Desde una visita al Sánchez Pizjuán en el 2006 (4-3), el Real Madrid no perdía un partido que ganaba por dos tantos de ventaja.
Ocho años después lo protagonizó en San Sebaatián ayer ante una Real Sociedad a la que tenía en la lona, tocada anímicamente en una semana en la que se llevó el varapalo de quedar eliminada de competición europea en la previa de la Liga Europa, y que tiró de orgullo para voltear su situación.
Ancelotti, tras ganar la Copa de Europa en un momento en el que muchos dudaban de él en la cúpula interna del club, vive momentos difíciles en el Real Madrid. Perdió la sonrisa en sus comparecencias cuando vio que sus deseos no se cumplían.
No quería la salida de Diego López, al que el club le empujó a marcharse a Milán con el fichaje del costarricense Keylor Navas, y deseaba convencer a Di María, al que la directiva optó por no dar la mejora económica que pedía y provocar su salida multimillonaria al Manchester United.
El adiós, con la competición empezada, de Xabi Alonso ha sido el último capotazo con el que lidiar para Ancelotti, que perdió al suplente de Benzema, un jugador como Álvaro Morata formado en la cantera y con ganas de triunfar en el equipo de su corazón, para traerle ahora al mexicano Javier ‘Chicharito’ Hernández, futbolista suplente en el Manchester United que lleva dos años con poco protagonismo. De golpe, la historia cambió en el Real Madrid y por momentos se convierte en un club vendedor que deja dudas con sus movimientos en la afición.
Ancelotti pide tiempo, como hizo el año pasado. Pero hace doce meses estaba justificado porque irrumpía con un nuevo método en un terreno donde había heridas abiertas tras el adiós de José Mourinho.
Tras la exitosa campaña pasada, ahora necesita trabajar para dar forma una reconstrucción innecesaria. Sólo dos triunfos tras una mala pretemporada y con derrotas a estas alturas tan dolorosas como la sufrida ante Atlético de Madrid en la Supercopa de España y la de Anoeta. En días se pasó de la plantilla perfecta a un grupo de jugadores que dejan muchas dudas por despejar.