El retorno de apagones

El retorno de apagones

El suministro de electricidad, que estuvo casi en 100% en las semanas que precedieron al 16 de mayo, presenta hoy muchas interrupciones de diversa duración en Santo Domingo y el interior del país, mientras voces autorizadas del sector oficial restan envergadura a la situación aunque las cifras a que recurren para dar explicaciones  no convencen. ¿Cómo es posible que si el sistema está cubriendo el 85% de la demanda, como dicen, la luz falta por ocho y diez horas en amplios sectores, lo que mueve a los usuarios a quejarse con desesperación?

Tampoco parece válido que se atribuya sin datos concretos a “averías y reparaciones” rutinarias este resurgir de tinieblas  si lo normal es que las distribuidoras y la propia CDEEE sean  las primeras en divulgar, con pelos y señales, las emergencias que afectan a las redes, como ocurrió hace poco cuando un individuo perdió la vida  en el intento de  robar un  cable de alta tensión, dejando sin energía a una parte del país. La opinión pública merece una información más amplia sobre lo que está sucediendo en el área de la electricidad. Las razones técnicas, y tal vez las financieras (que mucho se tiende a ocultar) parecen haber quedado en el tintero.

Un instituto desarropado
El Instituto Dominicano de Cardiología surgió con un objetivo de servir al ciudadano, sin tomar en cuenta si puede  pagar o no asistencias especializadas  que en algunos casos son caras por definición. Fundado por el doctor Héctor Mateo, eminente cardiólogo y actual presidente de la Fundación Dominicana de Cardiología, este centro se ha pasado los 44 años de existencia tratando de atenuar  siquiera mínimamente  la ausencia  de un auténtico sistema de protección social. El Estado Dominicano no es ahora consecuente con la profesionalidad y entrega de quienes luchan por mantenerlo en pie.

Subvenciones insuficientes conducen al Instituto hacia un colapso en un país en el que brillan y cuentan con abundancia de recursos otras causas de bien que políticamente parecen convenir más. Nadie niega  méritos a las novedades de atención al pueblo pero ¿por qué permitir que desnuden a un santo que siempre ha quedado bien a la nación y se ha distinguido por su eficiencia, mientras otras entidades de servicios siempre van  de gala?

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