El ritmo de la samba está vivo en el «Pequeño Brasil»

El ritmo de la samba está vivo en el «Pequeño Brasil»

GORT, Irlanda. En el gimnasio de un tranquilo pueblo del oeste de Irlanda, el brasileño Jobert Marinho entrena duro para perfeccionar sus artes marciales y ganar un título nacional para su club. «Siempre me gustó la lucha pero cuando me mudé aquí pensé que podría tener oportunidades», explicó a la AFP este muchacho de 17 años mientras se calzaba las botas para saltar al ring del club de boxeo de Gort.

Marinho se instaló con su familia hace cinco años, procedente del estado de Goiás, en el centro de Brasil, y es uno de los 400 brasileños en este pueblo rural irlandés de 2.600 habitantes.

A Gort se le conoce como el «Pequeño Brasil» por el gran número de inmigrantes de ese país que llegaron a trabajar en los años 1990 y principios de 2000, durante el milagro económico irlandés, cuando uno de cada tres vecinos era brasileño.

La crisis financiera irlandesa y el auge económico de Brasil hasta 2010 hicieron que muchos emprendieran el camino de vuelta, pero los que se quedaron mantienen viva la llama brasileña. «Hasta los irlandeses aprendieron un poco de brasileño en las escuelas porque los brasileños hablaban portugués todo el rato», dijo Marinho entre risas.

Este adolescente es un serio candidato para ganar el campeonato de Irlanda aficionado de artes marciales mixtas y es una estrella pujante del jiu-jitsu brasileño que ha logrado inspirar a otros muchachos de la localidad.

«Un luchador brasileño tiene técnicas diferentes a los de otras nacionalidades, y si eres capaz de aprenderlas, eres cien veces mejor», explicó el sparring de Marinho, Ruairi Broderick, que tiene 22 años. El fútbol es otro ámbito de encuentro entre los nativos y los brasileños. El Coole FC, el club local, tiene jugadores irlandeses y brasileños y en su escudo lucen las banderas de ambos países.

El sacerdote católico Kevin Keenan llegó a celebrar una misa semanal en portugués y el mensaje de su contestador telefónico está en inglés y portugués. Pero las misas en portugués se celebran ahora una vez al mes porque Keenan pretende que los brasileños se integren. «Lo que llevo años tratando de hacer es que vengan a las misas regulares para que se integren en la comunidad local», explicó.

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