El segundo Gran Juego

El segundo Gran Juego

En la segunda mitad del siglo XIX Gran Bretaña y Rusia, en su lucha por sus expansiones imperiales, coincidieron en lo que hoy se conoce como Af-Pak (Afganistán-Pakistán), esa región era el paso donde se accedía a la India Británica. La lucha diplomática, combinada algunas veces con escaramuzas militares, pero siempre por poderes, se llamó El Gran Juego.

El conflicto por Ucrania y dentro de ella Crimea, es otro Gran Juego, pero ahora con más de dos protagonistas. La nueva disputa actual es entre Rusia, la Comunidad Europea y los Estados Unidos, esta última que tiene de cobertura a la OTAN.

En el primer Gran Juego, los británicos entendían que el avance ruso en Asia Central amenazaba anexar la “Joya de la Corona”, la India.

Ellos pensaban, que los rusos utilizarían Afganistán como base pivote.

Para evitarlo, en 1838 declararon la primera guerra anglo-afgana, con el claro propósito de poner un régimen afines a sus intereses. Ahí, les propinaron una paliza a los británicos, lo que dio paso, después de recuperarse, a una segunda guerra, la de 1878, que resultó también para los británicos tan desastrosa como la primera.

En el segundo Gran Juego, Rusia se tragó a Crimea en menos de 15 días, la anexión de esa región veraniega ha puesto totalmente patas arriba el orden europeo, fundamentado en los acuerdos de Helsinki de 1975 sobre la inviolabilidad de las fronteras. Este principio, fue ratificado en los acuerdos de 1990, con la unificación de Alemania y posteriormente los acuerdos entre Rusia y las repúblicas de la desaparecida URSS.

Por eso, esa anexión es ilegal e ilegítima y, claramente contraria al derecho internacional. Atenta contra la integridad de un estado soberano. Pues es bien entendido entre las naciones que el principio de la libre determinación sólo es aplicable a los pueblos sometidos a dominio colonial.

Washington y Bruselas no van a ir a una guerra por Ucrania, pero les llegó la hora de aplicar castigos contundentes más allá de los que Putin ha calculado, tales como la congelación de los activos que están de este lado del “establishment” político ruso, aislamientos de los círculos financieros globales, cancelación de los grandes contratos – especialmente aquellos que impliquen armamentos – y sobre todo, expulsarlos del grupo de los G-8, como ya ha ocurrido.

A Putin le están dando por donde más le duele, por los bolsillos.

Castigando sus socios del Grupo Gunvor, donde se dice que él es accionista. Su supuesto testaferro Gennady Timchenko el pasado martes vendió sus acciones para evitar las sanciones. Ya el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos había declarado el día anterior que “las actividades de Timchenko en el sector energético están directamente relacionadas con Putin”.

Pero lo más apremiante para los europeos es planificar y solucionar rápidamente cómo es que van a substituir su dependencia de tener que adquirir combustible de Rusia, pues una tercera parte de sus necesidades de combustibles son comprada a ellos y, de ese monto, el cuarenta por ciento pasa a través de Ucrania.

El miércoles pasado, Obama en su discurso frente a la Comunidad Europea, se quejó así: “Estoy preocupado por la reducción del gasto en defensa entre algunos socios de la OTAN”. Y es cierto, pues, ¿cómo es posible, que Rusia pueda desafiar tan abiertamente a la Comunidad Europea cuando ésta supera a Rusia 3,5 veces en población, 10 veces en gasto militar y 15 veces en términos económicos?

En la anotación de cómo va este Gran Juego – donde sólo se ha jugado un episodio – los rusos van arriba. Pero ellos deberían entender que estamos en la primera entrada y, este desafío es a nueve. Como dijo, ese gran “filósofo callejero” Yogi Berra, ex- catcher de los Yankees de New York, “esto no acaba sino cuando se termina”. (it ain’t over till it’s over). Putin se está aislando él solito y, no sólo de Occidente, su osadía y temeridad ya debe haber alertado a los gobiernos aliados de las repúblicas centroasiáticas. Las maniobras imperiales, ni juegos sucios, parecen ser la forma de ganar amigos en este mundo tan interdependiente.

Todo esto traerá el debilitamiento económico interno de Rusia, aunque Putin goza en este momento de un aumento en su popularidad (por lo menos en su país). Estar por ver, cómo le irá de aquí a unos años.

Además, ¿qué ganancia es ésta? Crimea sólo representa el 3% de la economía de Ucrania y, a cambio, ya perdió al país entero. Ucrania ya firmó con la Comunidad Europea, precisamente lo que destapó el conflicto. Lo que le viene encima a Putin, en función de aislamiento, no es pequeño.

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