Dijo un gran pensador que el hombre es el único animal que se compadece del sufrimiento de su semejante, pero que siente envidia cuando este progresa.

El profeta Jeremías afirmó que el corazón del hombre es tan complejo que fuera de Dios nadie más lo puede conocer.

Nos pasamos toda una vida compartiendo con alguien y nunca llegamos al punto de saber a ciencia cierta quien es.

La relación más íntima es la de pareja, sin embargo muchos matrimonios se han disuelto, precisamente, porque al final de la jornada uno de los dos llegó a descubrir una faceta intolerable que nunca había imaginado.

El poeta inglés George Gordon Byron escribió que mientras más conocía al hombre, más amaba a su perro.

Un teólogo afirmó que mientras más conviva con el hombre, más te alejas de Dios.

Este tipo de idea fue lo que llevó al establecimiento de los monasterios donde  monjes se alojaron para consagrar sus vidas a la devoción.

Quien busca la paz, la tranquilidad y la felicidad, comete un error si piensa que lo logrará envolviéndose con las gentes.

Los seres humanos nos cargan con sus vidas egoístas, ambiciosas, de vanagloria, amor a lo material, indelicadezas y falta de valoración hacia lo esencial.

Una vez logran lo que quieren, te abandonan sin importarles nada.

Hoy comprendo por qué el Viejo Sabio de la tira cómica decidió vivir sólo en la montaña perdido entre un montón de libros.

Estudie cuidadosamente los evangelios y notarás que Jesús era amante de la soledad, que no se involucró con la gente. Apenas doce hombres.

Pero en varias ocasiones los dejó para irse a los desiertos y a los montes donde consagraba largo tiempo a la meditación, oración y reflexión profunda.