El seudo constitucionalismo

El seudo constitucionalismo

República Dominicana es un país con una escasa cultura democrática.  Quienes han tenido y tienen la obligación cívica y moral de cultivarla, desde el poder la han envilecido. Otros, con igual responsabilidad, se aprovechan de su talento para medrar y confundir al pueblo. Por eso se hace impostergable enseñar y educar con la verdad desnuda.

Ningún joven de hoy había nacido durante la Era de Trujillo (1930-1931). Tampoco, o eran imberbes, cuando Joaquín Balaguer ejerció el poder durante el período de 12 años (1966-1978). Ambas gobernantes, con distintos estilos, uno dictatorial y tiránico, otro despótico e ilustrado, algo tenían en común: el conocimiento y la experiencia de que para perpetuarse en el poder tenían, de alguna forma, que legitimarlo.

No podían contar solo con las fuerzas del poder político, militar o de grupos económicos, poderosos pero minoritarios. “Se puede hacer todo con las bayonetas, menos sentarse en ellas” decía Talleyrand con agudeza. “La soberanía nacional corresponde al pueblo, de quien emanan todos los poderes del Estado y se ejerce por representación”. Era el amuleto que prestaba la Constitución de entonces y de ahora, por la que el mandatario jura solamente, por Dios, por la Patria y por su propio Honor, cumplir y hacerla cumplir, para luego violarla impunemente.

Cada cuatro años el pueblo concurre a las urnas y con su voto, mediante una mascarada electoral, truculenta y fraudulenta, remoza el sistema que mantienen los factores de un poder constituido producto de esas tropelías.

Se plasman en la Constitución bellas conquistas y compromisos que el Estado, fallido, no cumple, excepto cuando la clase gobernante devenga beneficios, mientras el pueblo “soberano” acumula miserias y desengaños.

Cuando se sugieren reformas, la Constitución es manipulada y los cambios decididos por una Asamblea Revisora dispuesta a rendir pleitesía al mandato político recibido. Nunca por la Asamblea Constituyente, de rango jurídico-político superior, más democrática y participativa, considerada inoportuna  o peligrosa. Lo parido resulta lo planeado: una seudo  Constitución y complaciente. ¿Qué es y cómo nace el seudo constitucionalismo? Ferdinand Lassalle (“¿Qué es la Constitución?”) nos ilustra: nace, históricamente, de “los factores reales del Poder” que en un momento determinado necesitan legitimar su hegemonía y calmar el impulso renovador e independiente del poder social. “¿En qué consiste el seudo constitucionalismo? Es el único recurso de que dispone el absolutismo para permanecer en el poder el mayor tiempo posible. Consiste en que el gobierno proclame lo que no es. Consiste en hacer pasar por constitucional a un Estado que es, en realidad, un Estado absoluto. Consiste en el engaño y la mentira”.

“Es la comedia del constitucionalismo de mentirillas…es mucho más funesto que el absolutismo sin careta ni disfraz, pues extravía la inteligencia popular y la deprava”. De eso se trata.

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