El terreno de las ingratitudes

El terreno de las ingratitudes

La condición humana exhibe lo peor del ser. Desafortunadamente, la actividad política constituye un terreno fértil para que un ejército de ciudadanos pongan de manifiesto ese afán inmisericorde de postrarse frente al que manda, y cuando los tiempos de dificultad se aproximan, sacar la daga artera contra el benefactor y protector de los tiempos de gracia.
Allá en lo profundo del alma, también hay espacios para la buena fe y agradecimiento eterno. No obstante, afloran aquellos que poseen destrezas singulares para subirse en el carro del triunfo, acumulando patrimonios monumentales y garantizándole al promotor de sus éxitos económicos las reservas indispensables a la salida del poder. Muchas historias y testimonios especiales de los que se alzan con el santo y la limosna que, casi siempre, están convencidos que el silencio será la respuesta del expectante e iluso por haber depositado confianza en ese afortunado de turno, siempre dispuesto a la delación si se intentara develar las interioridades de ligerezas administrativas sustentadora de capitales inmensos.
En la vida partidaria nuestra se tiende a confundir el decreto, la distinción, los buenos tratos desde el poder con la genuflexión eterna. La gratitud debe ejercerse de pie nunca de rodillas. Sin renunciar al agradecimiento se puede discrepar, asumir posturas disidentes y no olvidar el legítimo derecho a pensar con cabeza propia. Lo que resulta chocante es la fatal vocación por trasgredir normas de prudencia elemental frente a procesos políticos y/o discusiones de carácter ideológica donde disentir no nos puede inducir a referencias insensatas, encontrándole defectos e inexactitudes obviadas en coyunturas favorables al cuestionador ríspido hoy, y adulador de ayer.
Abajo, en la oposición y en el marco de la desventura económica se aprende demasiado porque toda la miseria humana se aborda desde una perspectiva enriquecedora. El ministro, director, diputado, senador y empresario beneficiado en tiempos de poder, comienza a poner distancias, se torna indiferente y hasta confiesa desdén por prácticas atribuibles a la gestión que sirvió de fuente para el cambio radical de su status. Se atribuyen fortunas previas a los vientos favorables del poder, comenta sobre contribuciones a la causa en la ruta hacia la victoria electoral, se siente amo del universo debido a su “cercanía” con el candidato ganador y proyecta negocios en la administración pública como resultado de la lógica de retribuirle todo su “trabajo”.
Muchas de las iras escondidas asociadas a los presidentes en ejercicio tienen su génesis en los momentos amargos previos a su llegada al poder. Como seres humanos, acumulan y pasan facturas, haciendo que caiga todo el peso del Estado en los colocados en el listado de la desgracia. El grave problema es que no entienden la transitoriedad del gobierno, todo pasa y todo queda. Y al final, en el redondel de la vida los que pellizcan en algunas circunstancias pautan con sus excesos, futuros resabios y cercos que adquieren categoría dantesca desde el momento que la dureza de los bancos del sistema judicial los tiene en las primeras filas de procesos penales.
Cuentan que Joseíto Mateo encontró el argumento habilidoso cuando la furias post ajusticiamiento del tirano le increpaba en toda las fiestas, y él, león al fin ripostaba: sí yo cantaba los merengues al jefe, pero ustedes lo bailaban. A Joaquín Balaguer, le tocó la fortuna de hacer de Ramón Lorenzo Perrelló su lector de confianza, después de saberlo creador de la frase “muñequito de papel. Leonel Fernández ha sido el trampolín de movilidad económica de todos los peledeístas que desconocían del buen vino antes del 1996, y por bajezas y envidias acumuladas, muchos de ellos hablan descontroladamente en su contra. Hipólito Mejía sabe cómo dos empresarios en España organizaron una celada para hacer ministro y contribuir a enriquecer, al mismo que firmó el acta de su expulsión del partido. ¿Acaso Danilo Medina no sabe cómo actuarán los rufianes de siempre cuando concluya su mandato?

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