El triángulo electoral dominicano

El triángulo electoral dominicano

RAMÓN NÚÑEZ RAMÍREZ 
Con la definición del candidato presidencial del Partido Reformista se cierra el triángulo de opciones con miras a las elecciones presidenciales. No hay posibilidad de un cuadrado y mucho menos de un polígono, los votantes deberán elegir entre Leonel Fernández Reyna, Miguel Vargas Maldonado o Amable Aristy Castro, con niveles de simpatías en ese mismo orden como han determinado las principales firmas encuestadoras con experiencia en el mercado dominicano.

La experiencia de 41 años de continuidad revela que primero el bipartidismo, PRD y PRSC, y luego el tripartidismo, con la creación del PLD a partir de una división en el partido blanco, mantienen una influencia sobre un voto duro importante que ha impedido el surgimiento de opciones independientes o el fortalecimiento de partidos emergentes surgidos en la mayoría de los casos a partir de crisis en los tres partidos tradicionales. Absolutamente no aparece en el panorama ningún líder o grupo de lideres con la capacidad de retar con éxito las tres maquinarias electorales y mucho menos la clara bipolarización entre el PLD y PRD como ha sido desde el 1996.

El Reformista, sacudido por una importante división en el 2003, perdió una magnifica oportunidad en la candidatura de Eduardo Estrella, único con las condiciones morales capaz de enarbolar un discurso diferenciado con la posibilidad de catapultar la organización a una cota superior al 15%, clave para una segunda vuelta, y hasta desplazar del segundo lugar al PRD y Vargas. Los resultados de las primarias reformistas, independiente de la decisión definitiva de Eduardo Estrella, sumergen a esa organización en una crisis mayor a la anterior, de donde será muy difícil, independiente de las habilidades y recursos de Aristy Castro, pueda remontar vuelo como para forzar una segunda elección.

En cuanto al PRD, se juega la faja con un candidato cuyo perfil difiere de todas las opciones presentadas por el partido desde Juan Bosch hasta Hipólito Mejía. Se trata de un candidato inédito, pues no se conoce de su participación en debates, seminarios, no se conocen artículos de su autoría, no se conocen sus habilidades como gobernante y representa un enigma su pensamiento político, económico o social. Eso sí, se trata de un exitoso constructor y mejor especulador inmobiliario en el sentido correcto de la palabra. Vargas Maldonado arrastra la permanencia en la memoria colectiva del fracaso económico y político de una administración en la cual fue un importante secretario de Estado, con una cartera impresionante, y, su capacidad de aumentar los niveles de simpatías, estarán vinculadas por un lado a lo que haga o deje de hacer Leonel Fernández en este año y por supuesto su habilidad de tomar distancia de Hipólito Mejía, sin con ello provocar grietas y la pérdida del apoyo del real jefe y líder de la organización, cuya vigencia política está en juego, dependiendo de los resultados del 16 de mayo del 2008.

Leonel Fernández navega en la cresta de la ola, por supuesto con una agenda de temas pendientes por resolver, pero con el extraordinario logro de llevar una economía del desastre a la recuperación con absoluta estabilidad y altas tasas de crecimiento, a pesar del más duradero choque petrolero, y quizás por ello siga disfrutando de elevados niveles de popularidad, como reveló el último trabajo de campo realizado por la prestigiosa firma Penn, Schoem and Berland, los cuales le permitirían ganar en primera vuelta si se mantienen hasta el año próximo.

Quince puntos porcentuales a once meses de las elecciones es difícil de remontar si se comparan habilidades, capacidades, condiciones de estadista y visión de país, pero fácil de superar si el Presidente no se emplea a fondo, al igual que todos sus funcionarios, para mejorar la obra de gobierno en este tramo final.

El presupuesto debe representar la pieza clave para mejorar la calidad del gasto social, distribuir la inversión pública en pequeños proyectos a lo largo de toda la geografía nacional e incrementar los beneficiarios del programa solidaridad, especialmente incorporando los obreros y obreras que han perdido sus puestos de trabajo en las zonas francas y no han logrado colocarse en otra actividad.

Evidentemente que el tema eléctrico, un seguro familiar de salud que no signifique un nuevo gravamen a la clase media y una doble tributación a las empresas, la sostenibilidad y ampliación del programa de seguridad ciudadana y la conclusión de las reformas económicas y de competitividad sistémica representan retos y a la vez logros que coronarían una gestión merecedora de otra oportunidad para concluir éstas y otras metas.

El triángulo electoral está definido, y si bien no es correcto proyectar linealmente los resultados actuales de encuestas como la Penn, Schoem and Berland, o la Gallup, lo cierto es que Leonel Fernández, dependiendo de su obra de gobierno y del trabajo armónico y sin ruidos de sus funcionarios, puede lograr un tercer período, que podría ser fundamental para el despegue definitivo de este país.

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