El útero de las haitianas ahogará a los dominicanos

El útero de las haitianas ahogará a los dominicanos

Yaser Arafat, el legendario líder palestino tuvo una salida genial cuando decía que el útero de las mujeres palestinas derrotarían en un futuro a los israelitas. Esto debido a la elevada tasa de natalidad de sus mujeres compatriotas que enfrentarían en ventaja al estado de Israel. Y esto porque demográficamente los israelitas tenían una natalidad controlada y muy baja.
Las condiciones de insalubridad en que viven los haitianos son horribles. Ni agua potable tienen para beber. Y sus necesidades fisiológicas las llevan a cabo al aire libre como lo hacen cuando vienen al país, en plena calle. Y aún así los haitianos estadísticamente tienen una población superior a la dominicana. Y con el ingrediente que la mayoría de sus mujeres parturientas ingresan al país a como dé lugar para parir en uno de los hospitales estatales. El hospital de mayor saturación de haitianas embarazadas es el Cabral y Báez en Santiago, así como la maternidad de la capital.
Hay varios hospitales locales que sirven a la población del vecino país pese a sus estrecheces en equipos y medicinas. Pero aquí al menos existe un servicio e instalaciones que a veces cuentan con energía, buenas camas y hasta toda clase de insumos. Ahora el sistema está dislocado por la absurda decisión de intervenir conjuntamente 56 hospitales, lo cual ha dejado a la población indefensa. Aquí, con todos los tropiezos burocráticos y económicos, hay un servicio de salud que en el Occidente de la isla no existe.
El servicio de salud debería colocar en los hospitales dominicanos de mayor demanda para las haitianas un servicio de traducción, con el fin de poder preparar los expedientes a esas infelices parturientas. Estas llegan con el arrastre de sus deficiencias culturales y la ignorancia pintada en el rostro. Tan solo con su enorme barriga portadora de un niño y de parásitos sin fin. Los médicos locales tienen que improvisar para atender a esas mujeres que se ven desfilar en ordenadas filas desde la parada de autobuses en las cercanías de la maternidad de La Altagracia.
Ha ocurrido un despertar en algunas autoridades dominicanas al verse superadas por la realidad de una situación que desborda la capacidad del sistema de salud dominicano. Ahora los vemos pegando el grito en el cielo y se acusan unos a otros como responsables de la invasión silente. Ese fenómeno se veía venir desde hace años a medida que el país progresaba y aumentaba su nivel de vida y de calidad en sus servicios. Al mismo tiempo se aflojaban los controles fronterizos. Desde hace un año ya la frontera es inoperante y es traspasada sin contratiempos por una oleada humana que no quiere morir en su territorio por falta de comida y de trabajo. Ambas cosas las obtienen fácilmente en la parte oriental de la isla, estableciéndose sin problemas por la demanda de obras sin calificaciones en muchos campos de la producción.
Por las cifras que ofrecen las autoridades dominicanas, esas parturientas extranjeras están devorando una buena parte del presupuesto nacional en unos centros siempre desabastecidos pese a que algunos cuentan con modernos equipos de cirugía, camas e incubadoras. Estas son ocupadas por las extranjeras con una exigua alimentación pero el flujo de parturientas no se detiene.
La situación es delicada y los políticos prefieren mantenerse en sus rebatiñas y acusaciones de descrédito. Desde cascarón hasta mezquinos son parte de lenguaje de los políticos para desacreditarse mutuamente a un poco menos de tres años para las elecciones venideras. La oposición, que no tiene nada que ofrecer y muchos menos para atacar al gobierno, han recibido un poderoso refuerzo inesperado que los está ayudando hasta hacer tambalear al gobierno que se mantiene en su silencio singular. La Marcha Verde conmueve cada comunidad con sus demandas que ya no son solo para ponerle fin a la corrupción y la impunidad.
Son escasos los políticos que le ponen caso al preocupante problema de cómo el útero de las haitianas van esparciendo su cosecha de niños. Y muchos de ellos logran los papeles de nacionalidad dominicana. Y eso es algo que solo se menciona en voz baja aun cuando ahora existen controles establecidos para evitar tales ocurrencias. Pero la burocracia criolla sabe buscarle vuelta a la ilegalidad y esa corrupción tradicional estará siempre presente y máxime cuando ahora los haitianos van sacudiéndose de sus temores que existían desde 1937. Ya ellos consideran que llegó el momento de acelerar sus planes de supremacía cuando ven a los políticos dominicanos sumergidos en la corrupción. Y en un rebatiña constante por culpa de sus ambiciones desmedidas.

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