El Valor De La Imagen. La mentira

El Valor De La Imagen. La mentira

J. LUIS ROJAS.

En estos tiempos, saber diferenciar la mentira de la verdad se ha convertido en una tarea compleja. Son muchas las compañías, las empresas, las instituciones, las marcas y los grupos humanos que emplean distintos tipos de medios, recursos y creatividad para falsear la realidad.
Pretendiendo con ello alcanzar y mostrar determinados logros tangibles e intangibles. Por ejemplo, imponer patrones de consumo, inducir la preferencia hacia candidatos políticos, incidir en la decisión de compra, lograr apoyo o rechazo en torno a opiniones y puntos de vistas, mantener o cambiar actitudes relativas a hechos o situaciones específicas, entre otros propósitos.
La mentira como patología se manifiesta en diversos escenarios: el empresario que miente porque ha incurrido en malas prácticas, el político que en campaña promete a los ciudadanos cumplir y hacer cumplir el espíritu de las leyes, el empleado que inventa una historia en su centro laboral para faltar, el funcionario público que busca impresionar con logros mediáticos, aquel que intenta dañar la reputación de otros para dañar, el que roba dinero público y culpa a otros, los sindicalistas que dicen defender los derechos de los trabajadores y piensan y viven como empresarios, entre muchas formas más.
El número es alto de los que han decidido utilizar la mentira como cultura de vida.
Hoy más que ayer, la mentira se observa y se escucha por doquier. Se compra y se vende como si fuese un producto o servicio de consumo masivo, el cual se oferta en variadas y distintas presentaciones y formatos. En pocas palabras, parecería que el objetivo consiste en emplear la mentira como método para analizar y explicar las causas y efectos de los hechos sociales, políticos, económicos, culturales e históricos. La mentira es la afirmación consciente de algo que no es verdad. Muchos se amparan en la mentira para justificar malas prácticas y explicar lo inexplicable.
La fila de los que pretenden emplear la mentira como medio de cohesión social y de plataforma para fomentar la idiotización individual y colectiva, es cada vez más larga. Cuando la acción de mentir es percibida y tolerada como algo normal y cotidiano entre los integrantes de una sociedad, una compañía, una empresa, una institución, una marca o en cualquier grupo humano, obviando las sanciones y castigos que amerita tan deshonrosa conducta humana, entonces se crean las condiciones necesarias para que nadie crea en nada.

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