En términos sencillos, podría decirse que la mala práctica es una conducta ilícita e inapropiada, la cual ponen de manifiesto los seres humanos en sus distintas dimensiones y entornos: en lo profesional, en lo laboral, en lo productivo, en las relaciones familiares, en el comportamiento social, etc.
La ausencia de ética, la crisis de valores y principios, así como la violación continua a las normas y leyes, son algunos de los factores que inciden en la ejecución de actos y acciones relacionados con mala práctica. Tolerar y ser indiferente a decisiones y actuaciones procedentes de malas prácticas, es la vía más corta y segura para establecer un ambiente general de sálvese quien pueda.
La frágil institucionalidad, el irrespeto a las leyes, el tráfico de influencias y la tolerancia a impunidad y a la corrupción, están facilitando que la sociedad actual sea un terreno fértil en el que es posible ejecutar cualquier tipo de mala práctica.
Los ejemplos de mala práctica están por doquier en el pueblo dominicano: en las operaciones de las empresas privadas, en el funcionamiento de la mayoría de las instituciones de servicios públicos, en la gestión del transporte, en las tareas básicas de las organizaciones sociales, en los objetivos de los gremios profesionales, en el ejercicio profesional de las diversas áreas del saber, en la misión de las universidades, en el rol social de los medios de comunicación, en el desempeño de los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo.
Las señales de malas prácticas en la sociedad dominicana brotan por todas partes: cuando en una empresa o industria ocurre un siniestro y no se aplica correctamente el protocolo de evacuación en momentos de crisis, cuando los medios de comunicación se comportan como guardianes de los intereses de los que más tienen, cuando los empresarios establecen mecanismos para evadir impuestos.