“El vientre de la ballena” UNA EXCELENTE OBRA TEATRAL

“El vientre de la ballena” UNA EXCELENTE OBRA TEATRAL

Una hermosa estampa de nuestro folclor sincrético, “Congo, Clamor al Espíritu Santo”, a manera de prólogo, fue presentada por el grupo de la Escuela de Teatro, en el frente del Teatro Nacional, para dar inicio al VIII Festival Internacional de Teatro, Santo Domingo, 2014. En la Sala Carlos Piantini tuvo lugar el acto protocolar en que hablaron el Ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez; el embajador de Colombia, Almirante Roberto García Márquez, cuyo país es el invitado de honor, y la actriz Karina Noble, directora de Festivales. Luego se le rindió homenaje al legendario actor dominicano Salvador Pérez Martínez “El Pera” a quien se le dedica el Festival y al actor, director y dramaturgo colombiano, Fabio Rubiano.

Finalizado el acto protocolar, se dio inicio a la parte artística con la presentación del Teatro Petra de Colombia, que llevo a escena la obra “El vientre de la ballena”, de Fabio Rubiano, quien además asume la dirección y actúa.

“En el vientre de la ballena los niños no se pierden, no importa sus condiciones físicas”. La ballena es pues, una metáfora, capacidad de albergue, fábrica, recinto para los productos de la ignominia. Job el personaje bíblico se convierte en referente. Escrita en clave de comedia negra próxima a lo tragicómico, nos narra una historia, varias historias, que vistas de la escena parecerían inverosímiles, pero que son parte de una realidad, cosas que suceden permanentemente ante una sociedad que solo ve lo que quiere ver.

Los personajes de Rubiano no son creaciones, existen, están ahí y su valor reside en la recreación de los mismos desde la perspectiva teatral. Un traficante de órganos y textiles, un proxeneta, la mujer envilecida que convierte a la hija que se cree una niña, en vientre de alquiler para la venta del producto, un detective y su hija maltratada, el partero cómplice, una especie de “padrote” y un narrador, son los protagonistas que cuentan la historia.

La habilidad de Rubiano, conduce la obra a través de escenas concatenadas que se acercan al absurdo y que por momentos reproducen el teatro dentro del teatro, con episodios de singular crudeza cuya función es crear expectativa, suspense.

Cada parlamento contiene frases cargadas de humor ingenioso, ironías, críticas y alegorías, que llevan a un público escéptico, que simplemente no quiere creer lo que ve, a reír o a sonreír. Pero la intensión del autor va más allá, es un llamado de alerta, una denuncia social, que definitivamente dimensiona la obra teatral.

Toda esa visión pesimista que envuelve esta excelente comedia, que no aporta solución, es desarrollada en un espacio lúdico creado por la evolución gestual de los actores, en el que cada uno transmite su propio drama. Hay en estos excelentes artistas del Teatro Petra, un buen manejo del sarcasmo y un ponderado histrionismo. El director conduce la obra con un ritmo sostenido, que logra mantener la atención, no obstante la extensa dramaturgia.

En La escena final cargada de agudeza y simbolismos referentes -mitos bíblicos, y griegos Jonás, Yocasta- la virgen María-, la obra alcanza su climax. Desarrollada dentro de un juicio televisivo, alegoría de poder de los medios en la sociedad de hoy, el acusado traficante de órganos y textiles, es juzgado por los televidentes, cada personaje acusa y se defiende, finalmente el acusado es condenado “Oh ironía”, por un delito menor, “traficante de textiles”, por lo que no irá a la cárcel, mientras… baja un telón en el que aparece un enorme árbol, cubierto cuales frutos, de fotos de los niños desaparecidos, el momento es conmovedor. Mensaje final de Rubiano: “Sea usted el jurado”.

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