Los bateyes, comunidades rurales que surgieron alrededor de la industria azucarera, comenzaron a establecerse en el país a principio del siglo XIX, cuando las plantaciones de caña de azúcar ampliaron el uso de mano de obra haitiana.
Hoy muchas de estas plantaciones han desaparecido; pero diversos bateyes permanecen, y siguen estando entre las comunidades más empobrecidas y aisladas en toda la República Dominicana.
En estas zonas, mayormente habitadas por haitianos, la gente convive sumida en la precariedad y el hacinamiento, sin un medio de sustento digno que les permita salir del infortunio.
En los bateyes, la mujer queda subordinada a los quehaceres del hogar y el cuidado de los niños, mientras el hombre batalla en la búsqueda de alimento.
Allí, ellas crecen creyéndose incapaces de ser algo más que amas de casa.
Ante esta situación, Batey Relief Alliance (BRA), fundación humanitaria que trabaja en las zonas de alta vulnerabilidad de República Dominicana, Perú y Haití, ha diseñado -y ejecuta- un plan estratégico para ayudarlas a empoderarse.
Con esta iniciativa, BRA busca ofrecer a mujeres y niñas capacitación, educación, micropréstamos y otros apoyos necesarios para que se desarrollen como profesionales y/o emprendedoras con el fin de lograr la autosuficiencia económica para ellas y sus familias.
“Viendo los lineamientos, incluso internacionales, de la desigualdad de género que existe en muchos países, BRA se vio en la necesidad de enfocarse en un modelo holístico, que no solo asista y fortalezca a la mujer, sino que la guíe para que se empodere a través de sus acciones”, señala Matilde Marcial Contreras, coordinadora de programas de BRA Dominicana.
Marcial Contreras explica que a través de este nuevo plan de cinco años (2018-2023), la entidad desea que 5000 participantes salgan de la pobreza.
En la actualidad, el proyecto ya ha trabajado con 150 mujeres de distintos bateyes de la provincia Monte Plata.
“Las beneficiadas tenían deseos de desarrollar su propia pequeña empresa. Algunas han instalado puestos de comida; otras han comprado animales y los están criando para venderlos, y otra parte se dedica a la siembra de víveres, vegetales y frutas”, señala.
Águeda Leoncio, quien vive en el batey El Bosque, de la comunidad Don Juan, en la citada provincia, cuenta que con la orientación y el préstamo que le ofrecieron compró cerdos, pollos y patos para criarlos y luego venderlos en el mercado del pueblo. “Con ese dinero pienso cooperar con mi esposo al sustento familiar”, dijo.
Estructuración de la iniciativa. Matilde Marcial indica que las beneficiadas son capacitas por un año, a través de charlas y talleres sobre los principios de empoderamiento aprobados por la ONU y temas claves relativos a la igualdad de género: autoestima, derechos reproductivos, independencia económica, abusos, salud materno-infantil y medidas preventivas para elevar su nivel de conciencia.
Luego, reciben orientación acerca del área de negocios, aprenden a manejar los ahorros, ingresos y ganancias.
Otro factor que incluye la capacitación es el relativo a la comunidad. “Se les orienta respecto a ofrecer ayuda a los habitantes de su comunidad”, explica.
Además, destaca que los hombres también son instruidos. “Esta parte es muy importante, puesto que no vale la pena proveer los conocimientos en cuanto a igualdad a las mujeres… ellos necesitan conocer sobre el tema”, aclara.
Una vez terminado el proceso de capacitación, las beneficiadas reciben sus micropréstamos.