En el Museo de las Casas Reales

En el Museo de las Casas Reales

Tenía cierto tiempo el Museo de las Casas Reales sin presentar una exposición tan regia y significativa como la titulada “Celebrando la Abundancia”, compuesta por once óleos sobre tela, cinco esculturas en bronce, cinco relieves en bronce y varias publicaciones que recopilan la producción del consagrado artista colombiano Guilloume Pérez-Zapata a lo largo de las últimas cuatro décadas.
La muestra fue inaugurada la noche del pasado miércoles 24 de mayo con la presencia de este artista excepcional de trato afable, amplia cultura humanística, responsable de una producción simbólica que resiste esencialmente por su rigurosidad técnica y formal, su alto grado de artisticidad y su admirable efectividad expresiva. El dia antes de la inauguración de su muestra en el MCR, Guilloume compartió su experiencia y conocimientos artísticos con estudiantes y profesores de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
De entrada, las obras que ha traído el Maestro Guilloume a Santo Domingo nos impresionan por su dinamismo compositivo y su factura refinada. Sus pinturas son composiciones, aunque sería mejor decir palpitaciones cromáticas de alto vuelo en las que advertimos la pervivencia de un formalismo neoclasicista, transmutado lucidamente mediante formas geométricas y espacios visuales dinámicos, sutiles y efectistas.
En efecto, en obras pictóricas como las tituladas “Celebrando la abundancia”, “Haciendo la diferencia”, “La forma de sentirnos unidos”, “Cuadrado y audaz”, “Juntos y felices” y “Conexión extraordinaria”, estalla la pasión de Guilloume por los “golpes de efecto”, el relato vital, las ilusiones ópticas, la ensoñación visual, la magia, la poesía y la sorpresa. Asimismo, sus pinturas y esculturas ponen de manifiesto su gran dominio de la forma, el color, las técnicas tradicionales y los sistemas estéticos representativos.
Siempre inquieto como investigador y renovador del hecho plástico y de la misma realidad artística, en su serie de pinturas titulada “Celebrando la abundancia”, Guilloume nos entrega una esplendida lección de libertad creativa, claridad conceptual y sensibilidad poética. En el diálogo apasionado y fructífero que nos propone a través de cada una de sus obras, Guilloume reflexiona con admirable entusiasmo sobre la abundancia que rodea a cada ser humano a cada instante, aunque en determinados momentos, circunstancia y contextos, esta abundancia vital no pueda ser vista, disfrutada, confrontada ni percibida objetivamente.
A través de su discurso estético, Guilloume nos habla con ardiente persistencia sobre el signo insondable de la belleza y el acto creador; sobre la importancia de los conceptos de unidad, amor, creatividad, espiritualidad y fraternidad. “El arte simplemente es una comunicación entre la obra y el espectador. Somos espirituales con experiencia humana. La única forma de reconocer y amar a los demás es reconociéndose y amándose uno mismo. Yo trabajo por la unidad, no por las diferencias. El arte es universal”…
El arte del Maestro Guilloume es el arte de un creador que ha buscado afanosamente-y lo ha logrado con brillantez-, un camino de trascendencia de la realidad que conduzca a los seres humanos y las sociedades hacia la superación de la mentalidad de un tiempo vacio, maquinal, aterrorizado y decepcionado como el que confronta la condición humana contemporánea.
Esto se manifiesta en la “sencillez” estructural; en los sutiles contrastes de luces y sombras; en la elocuencia de los contenidos objetivos y en la misma efectividad estética y conceptual con que materializa y sensibiliza el espacio pictórico. Los personajes derrostrados que habitan las pinturas de Guilloume son duales y polisémicos. Cada una de sus obras opera como una especie de “tratado” estetico-filosofico en el que la lógica subyace a penas en su máximo estado de precariedad. La persistente búsqueda de lo “indiferente”, florece esplendorosa en unos espacios áureos que celebran el reino enigmático y atractivo de la unicidad y las diferencias.
Asi, en sus brillantes juegos de líneas, planos, diseños, luces, sombras y texturas, Guilloume materializa una propuesta pictórica de profundo espíritu universal que trasciende como prueba de la vitalidad de su sabiduría estética, de su autentico humanismo y de su honestidad creadora. El único énfasis estético de Guilloume está dirigido a revelar la sencillez contenida en las complejidades de la vida, la naturaleza, la existencia, el mundo factico, el efímero presente y el milagro cotidiano del amor por el arte.

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