La necesidad de alcanzar un pacto que permita dotar al país de un sistema eléctrico confiable y eficiente, sostenible en términos financieros y ambientales, y que garantice precios justos en función de costos reales, es un compromiso que mantiene ocupados a amplios sectores nacionales. Sin embargo, no se percibe aún que estemos en vías de concebir al menos un borrador o esquema de lo que pudiera ser este arreglo tan necesario.

Se presume que toda la información esencial debe estar oportunamente al alcance de los interlocutores, como forma de mantener un flujo actualizado de opiniones y propuestas que permitan ir modelando las pautas de la esencia del pacto. Por razones que no alcanzamos a entender, parecería que hay atraso en la marcha de los trabajos. Inquietudes planteadas por algunos sectores permiten deducir esta situación.
Aunque no sería saludable festinar los procesos para alcanzar un pacto de esta envergadura, tampoco es saludable que la economía y la competitividad del país continúen ancladas a un sector eléctrico poco confiable, deficiente y caro, con recurrentes pérdidas técnicas y no técnicas, insostenible en términos financieros y ambientales y que, por demás, se ha prestado para alimentar burocracia y clientelismo en perjuicio del progreso de la nación. ¿A qué distancia estamos de ese pacto?

 El gran aporte de las zonas francas

Las empresas de zonas francas se han convertido en uno de los motores que han impulsado a la República Dominicana a una posición cimera en el liderazgo económico regional. Estas empresas ya representan un 3.2% del PIB, el 10% de la inversión extranjera acumulada, el 12% del empleo formal en el sector privado y más del 50% de las exportaciones. Aparte de esto, transfieren al país tecnologías nuevas que contribuyen a la formación de técnicos calificados.

El país ha logrado prestigio internacional por la producción de equipos médicos, manufacturas textiles y partes electrónicas elaboradas en industrias de zona franca. Son también una fuente de grandes aportes fiscales y generadoras de demanda interna de bienes y servicios. Son, en términos reales, una de las ruedas motrices de la economía nacional.